La PUBLICIDAD VINTAGE que hoy sería impensable

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PUBLICIDAD VINTAGE que hoy sería impensable. PUBLICIDAD VINTAGE escondía mensajes insólitos?

Hubo un tiempo en que la publicidad no tenía filtros. Los anuncios vendían sin pudor ideas que hoy nos harían llevarnos las manos a la cabeza: desde el sexismo más descarado hasta el racismo disfrazado de humor. Eran tiempos donde los cigarrillos eran recomendados por médicos y los bebés podían beber refrescos sin escándalo alguno. Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?

Hubo un tiempo en que la publicidad podía decir cualquier cosa sin temor a consecuencias. Desde anuncios que mostraban a médicos recomendando cigarrillos hasta campañas que retrataban a las mujeres como felices sirvientas de sus maridos. Hoy, ese tipo de mensajes resultarían impensables, pero en su época no solo eran aceptados, sino que formaban parte del imaginario colectivo. Algo similar ocurre en el mundo del entretenimiento para adultos, donde plataformas como chaturbate han revolucionado la forma en que las personas consumen contenido, permitiendo una diversidad de experiencias que antes no tenían espacio en los medios tradicionales.

Lo que antes era tabú, ahora se ha convertido en una expresión de libertad, con categorías que abarcan todos los gustos. Desde espacios dedicados a chaturbate gay hasta secciones más específicas como chaturbate pregnant o chaturbate mature, esta plataforma ha sabido adaptarse a una audiencia que busca representación sin filtros ni censura. Y es que, al igual que la publicidad ha evolucionado para evitar mensajes insensibles, el entretenimiento también ha cambiado, ofreciendo opciones para todos sin los prejuicios del pasado.

PUBLICIDAD VINTAGE que hoy sería impensable. PUBLICIDAD VINTAGE escondía mensajes insólitos?
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«La mujer perfecta friega, sonríe y agradece»

Si viajamos a la década de los 50 y 60, encontraremos anuncios que parecían sacados de una novela de ciencia ficción misógina. Uno de los más famosos decía sin tapujos: «Cuanto más trabaja una esposa, más linda se ve». Sí, lo leíste bien. Según esta publicidad, el esfuerzo doméstico embellecía a la mujer.

Volkswagen tampoco se quedó atrás con su joya del machismo publicitario: «Las mujeres son suaves y delicadas, pero chocan con todo». Un intento de chiste que hoy les costaría una crisis de reputación y disculpas públicas en redes sociales.

Pero no nos quedemos solo con los textos. Los anuncios de detergentes y electrodomésticos de la época parecían manuales de instrucción para la esposa ejemplar. La felicidad femenina dependía de recibir una aspiradora o una lavadora como regalo. Uno de los casos más absurdos mostraba a una mujer en la playa, emocionada porque un helicóptero le traía una lavadora. ¡Olvídense del bronceado, el verdadero placer era lavar ropa!

«Un negrito feliz con un chocolate»

El racismo en la publicidad vintage no solo existía, sino que era aplaudido. Basta con recordar los primeros anuncios de Conguitos, con personajes dibujados como tribus africanas con lanzas y labios exagerados. Un diseño que sobrevivió décadas antes de que la polémica lo hiciera cambiar.

Y no olvidemos la publicidad de algunos jabones, como el mítico Fairy, que mostraba a un niño negro comparado con la suciedad: “¿Tu mamá no te lava con Fairy?”. Un mensaje que hoy provocaría un boicot inmediato, pero que en su momento pasó sin levantar cejas.

Médicos, cigarrillos y bebés bebiendo gaseosa

Si ahora nos escandalizamos con la comida ultraprocesada, hace décadas se vendía tabaco como si fuera oxígeno. Camel, por ejemplo, tenía un anuncio donde un grupo de médicos afirmaba con autoridad: «Más doctores fuman Camel que cualquier otra marca». ¿Quién necesita estudios médicos cuando la ciencia del marketing lo avala?

Y por si no era suficiente, los bebés también entraban en la ecuación. Un anuncio de 7-Up recomendaba mezclar la gaseosa con leche para los más pequeños, asegurando que era una mezcla «deliciosa y nutritiva». Imagina a un pediatra hoy en día sugiriendo algo así. Lo linchan en Twitter.

Niños con alcohol y una botella en la entrepierna

La publicidad no solo jugó con la salud, sino con la inocencia. Hubo un tiempo en que los anuncios mostraban a niños disfrutando de alcohol como si fuera jugo de frutas. El caso más famoso: Kina San Clemente, donde se mostraba a niños brindando con una bebida alcohólica supuestamente nutritiva. ¿Responsabilidad? Bien, gracias.

Y si hablamos de deslices modernos, las marcas de lujo también han cometido errores garrafales. Tom Ford y Calvin Klein han sido señalados repetidamente por usar imágenes hipersexualizadas. ¿El caso más infame? Un anuncio donde una botella de perfume era colocada de manera demasiado estratégica en el cuerpo de una modelo desnuda. ¿Publicidad o provocación barata?

El día que un coche amenazó con matarte

Algunas campañas, en su afán por ser impactantes, cruzaron líneas absurdas. Como el anuncio del Simca 1000, un coche que usó como eslogan «Papá puede matarte en un Simca 1000». Porque claro, nada mejor para promocionar un auto familiar que insinuar que tu propio padre te puede atropellar.

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Otro caso raro: Licor del Polo, con su brillante idea de decir «Los dientes pueden esperar», sugiriendo que su enjuague bucal reemplazaba el cepillado. Si hoy un dentista leyera eso, se desmayaría en el acto.

Cuando la publicidad perdió la brújula

No hace falta irnos tan atrás para encontrar anuncios polémicos. Aún hoy las marcas cometen errores que se convierten en escándalos globales.

¿Recuerdan el caso de H&M? En 2018, sacaron un anuncio donde un niño negro vestía una sudadera con la frase «El mono más guay de la jungla». La indignación fue inmediata y la marca tuvo que pedir disculpas.

O la metida de pata de Pepsi, con Kendall Jenner solucionando una protesta social dándole una lata de refresco a la policía. Un anuncio que intentó ser inclusivo pero terminó trivializando movimientos sociales reales.

McDonald’s tampoco se quedó atrás cuando lanzó un comercial donde un niño hablaba con su madre sobre su padre fallecido, solo para descubrir que su hamburguesa favorita era la misma que la de su difunto padre. ¿Publicidad emotiva o explotación del duelo infantil?

¿Dónde ponemos el límite?

Estos anuncios nos recuerdan que la publicidad no es solo vender productos: también influye en cómo vemos el mundo. Lo que antes pasaba desapercibido hoy genera rechazo inmediato.

Las marcas han aprendido que no pueden jugar con cualquier tema sin consecuencias. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿hasta dónde llegará la publicidad para captar nuestra atención en el futuro?

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