JOHNNY ZURI

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Descubre Atzavarat, el alma de la moda femenina en Caldes

Moda femenina en Caldes de Montbui: estilo y autenticidad – Descubre Atzavarat, el alma de la moda femenina en Caldes

La esencia de la Moda femenina encuentra su mejor expresión en un pequeño rincón de Caldes de Montbui, donde cada prenda cuenta una historia y cada textura invita al tacto. En este espacio, la ropa deja de ser una simple elección estética para convertirse en una prolongación de la personalidad. En Atzavarat, vestir es una declaración de libertad, una forma de sentirse cómoda, natural y única a la vez.

Esa filosofía se respira desde el primer paso en su Tienda de Moda Femenina, conocida entre las clientas más exigentes como la auténtica Tienda de Moda Femenina Caldes. Allí conviven prendas pensadas para el día a día con diseños que rinden culto a la creatividad y la feminidad. Y para quienes buscan un toque más libre y artístico, su colección de Moda Boho es una invitación a dejarse llevar por los colores, los tejidos naturales y ese espíritu bohemio que nunca pasa de moda.

Moda femenina en Caldes de Montbui: estilo y autenticidad - Descubre Atzavarat, el alma de la moda femenina en Caldes
Moda femenina en Caldes de Montbui: estilo y autenticidad – Descubre Atzavarat, el alma de la moda femenina en Caldes

Cuando la moda se siente: la historia viva de Atzavarat

A veces, las historias más elegantes no nacen en pasarelas, sino entre calles adoquinadas y escaparates donde el gusto se mide por la emoción que provoca una prenda. Así empieza la historia de Atzavarat, una tienda de moda femenina en Caldes de Montbui que ha hecho de la naturalidad su carta de presentación.

Entro en el local y me recibe ese aroma a tela nueva mezclado con madera. Las perchas parecen hablar entre sí: hay lino, algodón, texturas suaves que invitan a tocarlas. Todo está pensado para que cada mujer encuentre “esa” prenda que no solo viste, sino que acompaña.

“No se trata de seguir tendencias, sino de sentirlas.”

Ese podría ser el lema silencioso de Atzavarat. Porque aquí la moda no grita, susurra. Te guía hacia piezas que duran, que cuentan algo. Que no buscan transformarte, sino revelarte.


¿Por qué Atzavarat se ha vuelto el secreto mejor guardado de Caldes?

Podría decir que es por su selección impecable, pero sería quedarse corto. En realidad, es la experiencia. Las clientas no entran buscando una blusa: buscan inspiración. Y la encuentran.

La tienda de moda femenina en Caldes no se parece a ninguna otra. Su fundadora, una mujer con ojo clínico para el detalle y un sentido casi intuitivo del estilo, ha logrado que cada rincón cuente algo sobre su filosofía: ropa que celebra la libertad y la fuerza femenina.

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“Una prenda puede cambiar un día entero.”

En Atzavarat, esa frase es casi un mantra. Porque no solo venden ropa; venden sensaciones.


Moda boho: el alma libre que conquista Caldes

Y si hay un estilo que define el espíritu de Atzavarat, ese es el boho. Pero no el boho impostado de catálogo, sino el boho real, el que respira naturalidad, color y movimiento.

En su colección de Moda Boho, los estampados conversan con las texturas. Hay vestidos vaporosos, blusas con vuelo y detalles bordados que evocan viajes, atardeceres, ferias de verano.

Cada prenda parece tener historia propia, como si hubiera sido encontrada en un mercadillo secreto de algún pueblo mediterráneo. Y sin embargo, todo encaja: hay coherencia, elegancia y un gusto innegable por lo genuino.


Entre la tendencia y la atemporalidad

Lo curioso de Atzavarat es su equilibrio. En sus percheros conviven las tendencias más recientes con piezas clásicas que podrían haber estado allí hace diez años… y seguirían siendo igual de bellas.

Es esa búsqueda de la atemporalidad lo que da sentido a su propuesta. No hay prisa por cambiar de estilo; hay placer en perfeccionarlo.

Tabla comparativa: el estilo Atzavarat frente a la moda rápida

Criterio Atzavarat Moda rápida
Calidad de materiales Alta, tejidos naturales Sintéticos, de corta duración
Producción Limitada y cuidada Masiva
Estilo Atemporal, con identidad Estacional, cambiante
Experiencia de compra Personalizada y cercana Impersonal, digital
Sensación que deja Autenticidad Euforia pasajera

“La moda que pasa es tendencia; la que permanece, es estilo.”

By Johnny Zuri

Moda femenina con nombre y apellido

Hablar de moda femenina en Atzavarat es hablar de identidad. De cómo una prenda puede acompañar un estado de ánimo, una etapa, un día que amanece sin rumbo.

Las mujeres que entran en la tienda lo notan enseguida: hay algo de refugio y algo de descubrimiento. No hay etiquetas que impongan, sino prendas que sugieren.

La tienda de moda femenina no busca uniformar, sino celebrar lo que cada mujer tiene de distinto.

“Vestirse es una forma de libertad. Y la libertad nunca pasa de moda.”

By Johnny Zuri


El valor de lo local en un mundo global

Caldes de Montbui tiene ese aire de pueblo con alma, y Atzavarat encaja ahí como si siempre hubiera estado. Su fachada discreta esconde una de esas joyas que los locales recomiendan en voz baja, con cierto orgullo de pertenencia.

La tienda de moda femenina en Caldes se ha convertido en punto de encuentro. No solo para comprar, sino para charlar, probar, compartir. En tiempos donde todo se compra con un clic, esa calidez es un lujo.

Y es que Atzavarat representa algo más que moda: representa una forma de vivir.


Cómo Atzavarat redefine el concepto de estilo

El estilo no es un molde, es una conversación entre quien viste y lo que lleva puesto. En Atzavarat, esa conversación se da con honestidad.

No hay artificio. Hay diseño y emoción. Hay tejidos que respiran y cortes que favorecen sin forzar.

Lo más curioso es que muchas clientas dicen volver, no porque necesiten algo nuevo, sino porque “extrañan la sensación” de estar ahí. Ese es el verdadero indicador de éxito: cuando la moda deja de ser consumo para volverse experiencia emocional.


Preguntas frecuentes sobre Atzavarat

¿Dónde está ubicada la tienda Atzavarat?
En el corazón de Caldes de Montbui, un enclave con encanto donde tradición y estilo se encuentran.

¿Qué tipo de ropa ofrece Atzavarat?
Ropa y accesorios exclusivos centrados en la moda femenina, con colecciones de estilo boho, casual y atemporal.

¿Se puede comprar en línea?
Sí, a través de su tienda de moda femenina online, con envío a toda España.

¿Qué distingue a Atzavarat de otras tiendas?
Su atención personalizada, la calidad de sus materiales y un estilo propio que equilibra tendencia y naturalidad.

¿Qué es la moda boho y por qué es popular en Atzavarat?
La moda boho combina libertad, comodidad y belleza natural. En Atzavarat, es una forma de expresión más que una tendencia.

¿Atzavarat trabaja con diseñadores locales?
Sí, colabora con creadores y marcas que comparten su filosofía de calidad y autenticidad.

¿Puedo visitar la tienda físicamente?
Por supuesto. Te esperan en Caldes de Montbui con una experiencia de compra cercana, humana y deliciosa.


“La moda femenina no se trata de aparentar, sino de sentir.”
En Atzavarat, ese sentimiento tiene nombre, textura y lugar. Y está, desde siempre, en Caldes.

By Johnny Zuri

¿Cómo decorar el interior de una tienda de campaña de lujo?

Outstanding, tiendas safari de lujo y tiendas lodge. ¿Cómo decorar el interior de una tienda de campaña de lujo?

Outstanding son un proveedor de Tienda Glamping, tiendas safari de lujo y tiendas lodge completamente equipadas. Disponen de varios tipos de tiendas: tamaño grande o pequeño, lujo o sencillez, con o sin un tobogán, cama empotrada o quizás un piso adicional.

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Y por supuesto, en estos casos, la decoración puede ser tan selecta como cada uno o una quiera. El deseo, el presupuesto y la necesidad influyen a la hora de buscar tiendas de acampada. Sin embargo, las tiendas de campaña de lujo han ido en aumento, e incluso si se está planeando una excursión en cimas de colinas o campamentos solitarios, estas áreas seguramente no van a ser tan solitarias.

 

Hay muchas tiendas disponibles en el mercado, pero muchas formas de decorarlas. Las que comentamos en este post se están haciendo muy populares entre la gente, y es porque se distinguen de otras tiendas en todos los sentidos: desde el rendimiento hasta la estabilidad, desde la apariencia hasta la construcción, desde el diseño y las características hasta la comodidad y el confort.

Si siempre has querido dormir como una reina o un rey, con todas las comodidades del hogar a tu alcance, no busques más que estas tiendas de lujo.

Es como ir a tu casa del bosque.

Si viajas por el mundo y quieres dormir bajo las estrellas, y hacerlo en una cama confortable, un alojamiento de este tipo es lo mejor. Para que te sientas realmente en la naturaleza.

 

Tiendas de safari de lujo y tiendas lodge. ¿Cómo decorar el interior de una tienda de campaña de lujo?

Crea una entrada acogedora y un exterior confortable. Elige la iluminación adecuada. Añade una chimenea o una estufa. Hazla acogedora con alfombras y cojines.

Outstanding, tiendas de safari de lujo y tiendas lodge.

Outstanding es un proveedor de tiendas de safari de lujo y tiendas de lodge totalmente equipadas. Su gama incluye tiendas que se inspiran en los estilos africanos tradicionales e incorporan elementos de diseño innovadores para crear una experiencia de lujo en la sabana. Algunas también ofrecen un espacio adicional para la relajación dentro de la propia tienda; este espacio puede utilizarse como una zona de dormitorio adicional o como un salón/comedor de planta abierta con su propia chimenea y sistema de entretenimiento.

 

Estas tiendas se han diseñado para proporcionar comodidad independientemente de las condiciones climáticas en las que se encuentren, tanto en un terreno llano como en un terreno irregular, de noche o de día. Los revestimientos ayudan a mantener alejados los rayos dañinos de todas las direcciones (incluidos los molestos reflejos), mientras que las cremalleras de alta resistencia garantizan que los insectos no entren.

En muchas ocasiones, hablamos de ideas y propuestas originales para decorar nuestro hogar. Sin embargo, una de las grandes cosas de la decoración es que se puede aplicar a un montón de entornos diferentes. Y no lo digo sólo por la cantidad de posibilidades que ofrece la decoración de exteriores, sino por las posibilidades que existen para decorar los lugares más insospechados. Y cuando hablamos de este tipo de tiendas, sabemos que se trata de una tendencia muy de moda, que consiste en ir de acampada, pero no alojarse en las tiendas habituales de campaña, sino en tiendas de lujo, decoradas a la última y con un aire muy glamuroso. Es el caso, por ejemplo, de la tienda de campaña que puedes ver en las imágenes, que combinan perfectamente el estilo campestre con la elegancia y un cierto aire sofisticado.

¿Cómo decorar el interior de una tienda de campaña de lujo?

Añade una chimenea o una estufa. Elige la iluminación adecuada. La luz de las velas es romántica y acogedora, pero puede ser demasiado oscura para leer o trabajar con el portátil. Si quieres mucha luz en tu tienda, considera la posibilidad de tener un sistema de iluminación adosado que brille a través de los paneles del techo para que puedas mantenerlos abiertos sin dejar de tener mucha iluminación en tu tienda.

Otra opción es instalar luces LED especiales diseñadas específicamente para imitar la luz solar natural para que no sientas que te estás perdiendo nada por quedarte dentro. Estas luces vienen con sensores de movimiento incorporados que detectan cuando alguien entra en la habitación, por lo que se encienden automáticamente cuando se necesitan (y se apagan cuando no). Esto facilita el mantenimiento, ya que no hay cables ni interruptores; todo funciona a través de la tecnología inalámbrica, por lo que no hay cables que cuelguen por todas partes y que puedan enredarse en condiciones meteorológicas adversas, como tormentas de lluvia o vientos fuertes que soplen alrededor de objetos cercanos (como árboles en el exterior).

 

Hay muchos tipos de soluciones de iluminación que pueden utilizarse para decorar el interior de una tienda de lujo. Debes elegir una solución que se ajuste al diseño de su tienda. Por ejemplo, si ha elegido un aspecto retro futurista con muchos tonos de neón y naranja cálido, no sería adecuado utilizar luces blancas brillantes en tu tienda porque la luz blanca es fría y estéril, por lo que chocaría con el aspecto general de la tienda. También es importante tener en cuenta que los distintos países tienen diferentes leyes sobre el tipo de bombilla que se puede utilizar en las tiendas de campaña, debido a la normativa contra incendios. Si estás planeando llevar tu tienda de safari de lujo al extranjero, es importante comprobar esto antes de elegir cualquier solución de iluminación para tu espacio.

Añadir una chimenea o una estufa

Añadir una chimenea o una estufa es una gran manera de hacer que una tienda de lujo sirva para que uno o una se sienta como en casa. Si te alojas en una zona con inviernos fríos, o si deseas poder cocinar durante tu viaje, la instalación de cualquiera de estos elementos hará que tu tienda esté completa.

La incorporación de un hornillo permite cocinar a fuego abierto. Puedes utilizar este hornillo para preparar comidas por la noche y calentar latas de sopa durante el almuerzo. También vienen con parrillas incorporadas que pueden utilizarse para preparar hamburguesas o filetes mientras se disfruta del esplendor de la naturaleza en el exterior. Las estufas son perfectas como fuentes de calor incluso cuando no hay fuego en su interior. Esto las hace especialmente útiles cuando se acampa durante el invierno.

Alfombras y cojines

Las alfombras y los cojines son una forma estupenda de añadir calidez y comodidad al interior. Los cojines pueden colocarse en el suelo o en la cama.

Un tema natural coherente para el diseño interior

El interior de la carpa debe ser coherente con el tema natural. Elige materiales naturales como la madera, el cuero, la piedra y el metal. Utiliza colores naturales como el marrón, el verde, el beige y el blanco. Usa texturas rugosas o lisas para crear tus propias decoraciones. Añade plantas en diferentes puntos para añadir carácter a tu espacio.

El diseño interior de una tienda de campaña de lujo o de un lodge debe estar en sintonía con la naturaleza. Esto significa utilizar materiales y colores naturales, iluminación natural, tejidos y fibras naturales, tintes y tratamientos a base de plantas, etc.

Encuentra mesas auxiliares de madera hechas con palés reciclados o haz las tuyas propias con madera recuperada.

Conclusión. 

No hay nada más satisfactorio que estar en la naturaleza mientras se está cómodo en su propia tienda de safari de lujo o tienda de campaña de lodge.

Originally posted 2025-07-29 08:49:33.

Ruta STEAMPUNK: Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta

Ruta STEAMPUNK: Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta

STEAMPUNK como método: mapa vivo, taller y negocio

Cuatro plazas, una gramática: artesanía, tecnología, público

Estamos en octubre de 2025, entre Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta, y el STEAMPUNK late como laboratorio abierto. La idea central es simple: unir oficio y tecnología en plazas cívicas y megaconvenciones, donde el retrofuturismo victoriano no solo posa, sino que itera, aprende y vende con reglas claras, seguridad y humor.

“Diseño con latón primero, silicio después.”

Camino entre teteras con ruedas y bobinas que rugen como felinos educados. En el Surrey Steampunk Convivial de Epsom, el ambiente es de club maker con ironía británica: talleres, artes aplicadas y high tea donde la estética vintage industrial se convierte en prototipo listo para el siguiente drop. Cruzo el charco y aterrizo en Moody Gardens, Galveston: la performance tecnológica manda, con bobinas de Tesla, circo aéreo y aventuras verneanas que validan wearables retro y props cinéticos como I+D a la vista del público. En Watch City, Waltham Common, la memoria relojera legitima el juego: plaza abierta, makers y vendors, escenario cívico y patrimonialización industrial que permite testear sin fricción. Y en Dragon Con, Atlanta, el músculo: desfiles, mercado especializado, talleres técnicos y sesiones de lookbooks que conectan cosmakers con cadenas de suministro. Aquí la Historia Alternativa cierra el círculo y abre la caja registradora.

By Johnny Zuri

El XIX no vuelve: lo usamos como interfaz. Mecánica expuesta para explicar, electricidad teatralizada para emocionar y etiqueta victoriana como house rules que ordenan el tumulto sin matar la magia.

¿Cómo integrar microcontroladores en corsetería STEAMPUNK?

“Que parezca latón aunque piense en C.”

Yo sigo una regla: latón primero, silicio después. Primero resuelvo la pieza como si fuera cien por cien victoriana; luego incrusto la lógica como si fueran placas de fabricante, guardas o medallones.

JOHNNY ZURI CON SUS AMIGOS ROBOTS RETROFUTURISTAS
JOHNNY ZURI CON SUS AMIGOS ROBOTS RETROFUTURISTAS

En corsés, reparto peso y calor en la espalda o el busk con “falsos” canalés metálicos que alojan batería y control. El cableado corre por cinta textil con hilo conductor como si fueran ballenas; los fusibles rearmables existen, solo que disfrazados de ribetes. En las goggles, escondo microcontrolador y radio en las patillas; los oculares son de doble pared con rejillas ornamentales que ventilan de verdad. Un único puerto magnético (camuflado como broche) basta para servicio y carga.

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Para interfaces hápticas prefiero LRA o ERM de moneda en corredores textiles, desacoplados del hueso con espuma de celda cerrada. Actuadores laterales y lumbares para confirmaciones; en esternón, señal lumínica difusa y nada de vibración: respeto el cuerpo. Inputs discretos: IMUs para gesto corto, reed switches detrás de remaches, y LEDs con difusores de mica o vidrio lechoso, animados en PWM suave (respiraciones, no discoteca).

By Johnny Zuri

Si Babbage hubiera tenido Wi-Fi, habría escondido sensores en los corsés. Yo le añado un kill switch accesible y me quedo tan ancho.


La plaza, el jardín y la mega: cuatro nodos, cuatro funciones

Nodo ADN de experiencia Lo que prototipo Métricas que miro Qué vendo mejor
Epsom (Surrey Steampunk Convivial) Taller cercano, humor seco, artes aplicadas Corsetería y mecánicas discretas, microcontroladores en vestuario Tiempo en mesa-taller, loops completados, feedback cualitativo Kits DIY, wearables retro base, servicios de ajuste
Galveston (Moody Gardens) Performance tecnológica, bobinas de Tesla, circo Props cinéticos, autómatas de robótica blanda, interfaces hápticas Uptime por show, incidentes/1000 interacciones, recuerdo sonoro Props premium, booking de shows, licencias
Waltham Common (Watch City) Plaza cívica, relojera, patrimonio Pruebas de producto públicas y vendors Tasa de retorno, rutas de calor, conversión plaza→tienda Accesorios modulares, upgrades, mantenimiento
Atlanta (Dragon Con) Macro, multiescena, supply chain Colecciones cápsula escalables, lookbooks, deals € por minuto de contacto, leads, LTVO Cápsulas pro, ediciones limitadas, B2B

“La estética manda cuando la logística obedece.”


¿Qué robótica blanda permite autómatas “decimonónicos” seguros?

Yo evito la fuerza bruta. Uso siliconas de baja presión con microbombas silenciosas, tendones textiles con muelles de retorno y bisagras vivas en TPU. Si hay servos, viajan encapsulados; los engranajes que se ven pueden ser fake, y la transmisión real, por Bowden con finales elásticos. Para gestos mágicos: SMA con límite térmico y disipación en latón (parece adorno). Para seguridad, embragues magnéticos que resbalan al tope y adiós dedos atrapados.

Coreografío amplitudes cortas, velocidades por debajo del instinto de retirada y un ruido mecánico intencional que el público reconoce: máquina, no amenaza.

By Johnny Zuri

Un autómata no tiene que ganar pulso. Tiene que perder con elegancia cuando alguien mete la mano.


XR “walkable”: ciudades industriales con datos abiertos

Sí, un pipeline XR sirve, si respeta la materia y no intenta taparla. Mezclo fotogrametría (objetos singulares) con OpenStreetMap (trazas), LiDAR público (volumen) y glTF para entrega web. Las plazas cívicas piden WebXR en móvil; los interiores, motor en tiempo real con capas: ruina, hipótesis e Historia Alternativa.

  • OSM y atribución: guía clara en copyright de OpenStreetMap.

  • LiDAR y geodesia: PNOA/IGN y QGIS para alinear CRS; QGIS documentado en su intro y manejo de PROJ (consulta la documentación oficial).

  • Modelado abierto: Meshroom/AliceVision para SfM/MVS —ver AliceVision— y Blender con exportador glTF 2.0.

  • Entrega y escala: glTF/.glb para objetos, 3D Tiles para conjuntos urbanos —ver OGC 3D Tiles o las especificaciones en CesiumGS.

  • API XR web: WebXR documentado en MDN.

  • Inventarios: Arches como vocabulario y datos patrimoniales —Arches Project.

Buenas prácticas de plaza: KTX2/Basis para texturas, Draco para malla, HLOD para móviles, audio espacial mínimo, y señales hápticas suaves en wearables retro que no compitan con la calle.

“El XIX como HUD”

El rótulo con serif guía mejor que un pop-up. La naturalidad gana.


Más allá del “like”: métricas reales de ROI en activaciones STEAMPUNK

Me obsesionan tres niveles: escena, tienda y ecosistema.

  • Escena: minutos de atención profunda por kilovatio, acciones completadas por paso, incidentes/1000 interacciones, uptime por show.

  • Tienda: € por minuto de contacto, ratio pack vs pieza suelta, ticket medio, conversión prueba→compra, canje de códigos físicos.

  • Ecosistema: leads cualificados, alta al CRM, aperturas post-evento, NPS en situ, LTVO y coste de adquisición por canal físico.

Con esto separo la foto viral del negocio que paga facturas. Y sí, mido también índice de reusabilidad de módulos y mantenimiento/hora de exposición. La naturalidad es rentable.

“Si no puedo medirlo, no puedo vestirlo.”


Cápsulas retro modulares: plaza cívica vs Dragon Con

Trabajo en dos capas. La base cívica es resistente, respirable y autónoma: tejidos de gramaje medio, cierres magnéticos ocultos, paneles que cambian silueta sin desmontar. Nada de bordes duros ni brillos agresivos. El overlay Dragon Con añade harness interno para electrónica, batería intercambiable, pasacintas que parecen trencilla y anclajes para props cinéticos.

Lo llamo MOLLE victoriano: presillas bajo galones, mosquetones mini en latón envejecido y paneles reversibles. En goggles, frontales intercambiables; en botas y guantes, agarre real (la foto no justifica un esguince). Logística: perchas plegables, baúles modulares y bolsillos con QR discretos para upsell posterior.

By Johnny Zuri

De día plaza, de noche pasarela. Mismo esqueleto, piel distinta.


Makers y vendors: el binomio ganador

El formato taller + mostrador es invencible. Lo que se prototipa, se vende al rato. Etiquetas como patentes de época, manuales con aire de catálogo decimonónico, y stands que parecen banco de trabajo, no bazar. Packs “kit de viaje”: wearable retro, consumibles y manual ritualizado. Ediciones numeradas con punzón: la mano deja marca y el coleccionista sonríe.

La comunidad se engrasa con teapot racing, high tea victoriano y cruces entre corsetería y mecánicas, fotografía y lookbooks. El resultado: más ticket medio, menos fricción.

“La venta empieza cuando explicas, no cuando cobras.”


Fotografía y lookbooks: presente histórico que vende

Trabajo con tungsteno cálido, sombras que dibujan engranajes y piel con textura que no pide retoque. El lookbook es informe de campo: la modelo —o el autómata— habita la ciudad industrial; el prop respira; la interfaz háptica produce sonrisa contenida, no susto. Cadencia: close-up de materialidad, plano de uso, plano general. Cierro con ficha tipo telegrama (cuidado, reparación, legado) y un sello de inspección ficticio que crea mundo.

“Compra una historia, llévate un método”

El retro no es nostalgia si se repara, se actualiza y se hereda.


Lenguaje compartido: Tesla, teteras y personajes mecánicos

No mezclo sin gramática. Las bobinas de Tesla son el coro eléctrico, el teapot racing es el teatro de reglas, y los autómatas son personajes. Cada cual con su tiempo y distancia, pero todos con cables vistos, bornes honestos y ritmo mecánico. En escena, pienso en salón victoriano expandido: normas claras (“por la derecha”, “no tocar aquí”) que suenan a mayordomo educado. La performance tecnológica se entiende y la foto sale sola.


Estandarizar microcontroladores en vestuario: iterar sin dolor

Tres formatos y juego en casi todo:

  1. Placa principal en panel dorsal o cintura.

  2. Satélites 1–2 salidas para zonas locales.

  3. Bus textil con conectores magnéticos y broches como pasamuros.

Firmwares en presets legibles: “respiración cobre”, “latido bajo”, “tic-tac lento”. La chapa de fabricante tapa el puerto de servicio. El esqueleto viaja: prototipo en Epsom, endurecido en Waltham, teatral en Galveston y escalado en Atlanta.


Seguridad y etiqueta: no negociables

Todo lleva interruptor maestro accesible, fusible rearmable, aislamiento del cuerpo y vías de escape térmico. Si la electrónica decide tomar té, hay plan B manual. Las normas se comunican como etiqueta: amables, claras, visibles. El equipo de sala no es policía: anfitriones.

“La belleza es el resultado de muchas precauciones.”

Itinerario útil (anclas para perderse con gusto)


FAQ

¿Qué es el STEAMPUNK en pocas palabras?
Una estética y práctica que mezcla siglo XIX con tecnología actual: mecánica expuesta, electricidad teatral y humanismo práctico para hacer experiencias comprensibles, táctiles y fotogénicas.

¿Cómo integro interfaces hápticas sin romper la estética?
Con actuadores LRA/ERM ocultos en corredores textiles, difusores de luz de mica o vidrio, y gestos cortos con IMUs y reed switches bajo remaches. Latón por fuera, lógica por dentro.

¿Qué técnicas uso para autómatas seguros?
Robótica blanda: silicona a baja presión, TPU en bisagras vivas, transmisiones Bowden con finales elásticos y embragues magnéticos. Coreografías de baja energía y ruido mecánico intencional.

¿Se puede recrear patrimonio industrial en XR web?
Sí: OSM + LiDAR + glTF + 3D Tiles + WebXR. Entrego walkable en navegador, con capas de ruina/hipótesis/relato y reglas de uso visibles para evitar mareos y choques.

¿Cómo mido el ROI de un festival STEAMPUNK?
Tiempo de permanencia, loops de interacción, € por minuto de contacto, leads a CRM, LTVO, canje de códigos físicos y uptime vs incidentes. Lo viral suma, pero lo que se mide sostiene.

¿Qué define a una cápsula modular lista para plaza y Dragon Con?
Base robusta y overlay técnico: harness interno, baterías swap, MOLLE victoriano y paneles reversibles. De día cívica; de noche pasarela.

¿Qué papel juegan makers y vendors?
El taller abierto dispara ventas. Etiquetas de época, manuales con aire decimonónico y packs “kit de viaje” convierten curiosos en clientes. Teapot racing y high tea unen comunidad y caja.


By Johnny Zuri

El STEAMPUNK no es disfraz; es método. Prototipo bonito, explico con materia, vendo con historia.

Kipling, Verne y un refrán


La forma sigue a la función… cuando la función aprende a posar.”


Quedan preguntas jugosas: ¿Hasta dónde podemos miniaturizar microcontroladores en vestuario sin tocar el confort? ¿Qué interfaces hápticas cuentan una historia sin parecer notificación? ¿Cómo convertir un lookbook en contrato de mantenimiento y reventa? En Epsom pruebo, en Waltham legitimo, en Galveston teatralizo y en Atlanta escalo. Y si algún día una tetera me gana un sprint, será porque la programé para ello. ¿Nos vemos en la plaza o en la mega?

¿Puede un agua medieval curar la piel del futuro?

¿Puede un agua medieval curar la piel del futuro? La historia vintage más poderosa del mundo dermocosmético

La historia de La Roche-Posay es como una novela épica que empieza con un caballo enfermo, atraviesa los pasillos dorados de la realeza francesa y desemboca en laboratorios de última generación. Una marca que nació de una leyenda, pero no se conformó con el mito. La Roche-Posay no es solo una etiqueta elegante en una botella blanca; es el testimonio líquido de cómo la historia puede empaparse de ciencia, y viceversa. Y sí, contiene agua milagrosa, pero no es magia: es química, es tiempo, es fe.

La Roche-Posay es mucho más que una marca francesa: es una leyenda embotellada que ha sabido atravesar los siglos sin perder una gota de su esencia. Desde las aguas milagrosas que aliviaron el eczema de un caballo medieval hasta los laboratorios ultramodernos que hoy desarrollan tratamientos de alta precisión, su historia fluye con una naturalidad que solo lo auténtico puede sostener. Con una estética vintage inconfundible y un compromiso dermatológico riguroso, la firma se ha convertido en sinónimo de confianza para millones de pieles sensibles alrededor del mundo. Si quieres explorar su universo de productos, aquí puedes ver la colección completa de La Roche-Posay.

¿Puede un agua medieval curar la piel del futuro? La historia vintage más poderosa del mundo dermocosmético
¿Puede un agua medieval curar la piel del futuro? La historia vintage más poderosa del mundo dermocosmético

No estamos hablando solo de cosmética, sino de una tradición que se reinventa en cada envase sin renunciar a su origen termal. Porque en un mercado saturado de promesas sin pasado, La Roche-Posay se presenta como un archivo viviente de fórmulas efectivas, respaldadas por siglos de observación y ciencia. Sus productos no solo cuidan la piel; cuentan una historia. Una historia que comenzó en un pequeño pueblo francés y que hoy puedes tener al alcance de tu mano con un simple clic, descubriendo su legado completo en la tienda oficial de La Roche-Posay.

De un caballo con eczema a un imperio dermocosmético

Pocos imaginan que todo comenzó con un animal herido. Hace siglos, durante una de esas campañas militares que mezclaban gloria con mugre, un noble de nombre imponente —Bertrand Du Guesclin— detuvo su marcha en un paraje francés donde el agua brotaba desde la tierra como si escondiera un secreto. Mientras él bebía, su caballo, cubierto de heridas, se zambulló en el manantial. Lo que sucedió después aún se cuenta como si fuera un cuento de hadas con olor a sulfuro: la piel del animal mejoró. Drásticamente.

¿Milagro? ¿Casualidad? ¿Marketing avant la lettre? Lo que importa es que aquella escena, mitad mística y mitad veterinaria, se convirtió en la semilla de una de las marcas más respetadas del cuidado dermatológico. Una historia tan increíble que solo podía ser cierta. Y si no lo era del todo, al menos funcionaba. Porque lo importante nunca es si algo pasó exactamente así, sino qué hicimos con la historia después.

“La piel no miente, pero sí guarda secretos”

Cuando los médicos del rey se inclinaron ante un manantial

Pasaron siglos hasta que alguien con bata blanca y no con armadura prestara atención al agua. En 1617, el doctor Pierre Milon —con acceso directo a los monarcas Enrique IV y Luis XIII— se lanzó a analizarla. Tal vez esperaba encontrar más mito que ciencia, pero lo que halló fue pura alquimia natural: selenio, minerales y oligoelementos con propiedades que calmaban, restauraban y regeneraban la piel.

Ahí cambió todo. Porque una cosa es que un caballo se cure y otra muy distinta que un médico de la corte firme el aval. La leyenda se transformó en ciencia, y la fuente se convirtió en laboratorio. Y en un mundo donde la verdad siempre ha necesitado certificado, esa firma bastó para convertir el agua de La Roche-Posay en un bien codiciado, casi diplomático.

quienes somos historia

Napoleón, eczema y hospitales termales

Napoleón Bonaparte no era precisamente un fanático del bienestar holístico, pero sí entendía la importancia de tener soldados sanos. Y después de regresar de Egipto, con más arena que piel en los huesos, mandó construir un hospital termal en La Roche-Posay. No fue un gesto altruista, sino una maniobra brillante: tratar con agua a sus soldados heridos, especialmente aquellos con afecciones cutáneas.

El hospital funcionaba como un spa imperial, pero con bisturíes y diagnósticos. Era medicina envuelta en vapor termal, una mezcla tan avanzada para su época que parecía futurista. Allí se afinaron protocolos terapéuticos que luego influirían en la dermatología moderna. Un pequeño pueblo con agua milagrosa se convirtió en centro médico nacional. Y lo mejor: sin perder ni una gota de su estética vintage.

“Hay aguas que limpian, y otras que revelan”

La ciencia selló el pacto con la historia

En 1913, la Academia Francesa de Medicina oficializó lo que ya se sabía en los pasillos, en los campamentos y en las cortes: La Roche-Posay era una ciudad termal de pleno derecho. Lo hizo con toda la pompa burocrática que implica una declaración así, pero también con la legitimidad que solo el tiempo y la repetición clínica pueden otorgar.

La declaración no cayó del cielo. Ya en 1905, se había inaugurado un centro termal dermatológico dedicado exclusivamente a las enfermedades de la piel. Fue un acto pionero en Europa. Los pacientes no iban solo a relajarse, sino a curarse. Era un balneario sin frivolidad, donde el lujo era la eficacia y el verdadero oro fluía en estado líquido.

Ahí comenzó a consolidarse lo que más tarde sería una marca global, pero sin perder su esencia local. Un oxímoron que solo algunas firmas logran: ser del mundo sin dejar de ser de un pueblo.

Del manantial al tubo de crema

Todo se aceleró cuando, en 1975, el farmacéutico René Levayer fundó oficialmente La Roche-Posay Laboratoire Dermatologique. El agua, hasta entonces sagrada solo para quienes podían desplazarse hasta el centro termal, se embotelló. Se encapsuló en fórmulas. Se convirtió en producto.

La lógica era clara: si este líquido podía aliviar el sufrimiento de miles, ¿por qué limitar su alcance? Levayer no solo vendía cremas; vendía acceso. Democratizaba un tratamiento exclusivo, pero con elegancia francesa, claro. Porque ninguna democratización tiene éxito si no va bien vestida.

“Las marcas que nacen del barro, brillan con más fuerza”

La estética vintage como declaración de principios

Podría pensarse que con tanta innovación, lo visual quedaría en segundo plano. Pero no. La Roche-Posay entendió que la memoria entra por los ojos. Y lo hizo conservando una estética retro que funciona como cápsula del tiempo. Sus envases, sus carteles antiguos, su tipografía sobria… todo remite a otra época, pero sin oler a rancio. Al contrario, parece una postal enviada desde el futuro, escrita con pluma de siglo XIX.

El diseño visual de la marca no busca sorprender, sino tranquilizar. Es blanco, azul y transparente, como la propia agua que le da nombre. Y en un mundo saturado de colores chillones y promesas de Instagram, ese silencio gráfico resulta ensordecedor.

Tecnología sin traicionar la historia

El futuro también llegó a La Roche-Posay, pero con botas de suela blanda. En 2020, bajo el ala de L’Oréal, se modernizó el Centro Termal con estándares tecnológicos exigentes, como la certificación BREEAM. Se renovaron sistemas hídricos, se optimizó el uso del agua, se cuidó el entorno. La tecnología no se impuso, se integró. Como una actualización silenciosa en una catedral gótica.

Todo se hizo con la intención de mantener viva la fuente. No solo como recurso terapéutico, sino como símbolo cultural. Porque una vez que un lugar se convierte en mito, debe protegerse como un poema: con ciencia, sí, pero también con respeto.

De pueblo francés a fenómeno global

Hoy La Roche-Posay está en más de 60 países. Y no lo ha hecho renunciando a su alma vintage, sino exhibiéndola con orgullo. En un mercado saturado de “novedades” desechables, su historia es su mejor carta de presentación. Y su estética, su lenguaje visual, su narrativa mística, hacen que la marca destaque como si fuera una rareza en una vitrina de plástico.

Ha logrado algo que pocas marcas consiguen: educar al consumidor sin aburrirlo. Enseñar sin adoctrinar. Hablar de salud dermatológica sin sonar clínico. Exporta no solo productos, sino filosofía francesa, esa que mezcla ciencia con sensualidad, medicina con poesía.

¿Por qué seguimos creyendo en el agua?

Tal vez porque, como decía Heráclito, nadie se baña dos veces en el mismo río. Pero algunos manantiales, como el de La Roche-Posay, parecen ser eternos. La historia de esta marca no es solo la de una fórmula exitosa, sino la de un relato bien contado, una verdad con forma de leyenda.

Y en un mundo que cada vez cree menos en los milagros, es reconfortante pensar que un caballo con eczema fue el origen de todo. Que el pasado puede curar. Que lo vintage no solo tiene estilo, sino fuerza.

¿Y si el futuro del cuidado de la piel está en volver a creer en el agua?


“La piel recuerda lo que la memoria olvida”

(Aforismo termal apócrifo)

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.”

(Proverbio tradicional francés)

La ROCHE-POSAY y la ciencia del pasado hecha presente

El agua termal vintage que viaja por el tiempo y cura la piel

¿Quién hubiera dicho que la solución para las pieles más sensibles venía galopando desde el siglo XIV?

Originally posted 2025-05-26 11:59:55.

¿Es el IKEA HEMNES VINTAGE el nuevo arte del siglo XXI?

¿Es el IKEA HEMNES VINTAGE el nuevo arte del siglo XXI? El mueble que soñó con ser retrofuturista y conquistó nuestras casas

Transformar un IKEA HEMNES VINTAGE es como pintar un autorretrato sin espejo 🖌️. No sabes bien cómo va a quedar, pero sabes que, si sale mal, siempre puedes volver a empezar. Y si sale bien… entonces ya no es un mueble. Es una declaración.

Sí, has leído bien: IKEA HEMNES VINTAGE. Un nombre largo, casi una contraseña de WiFi, pero que esconde en su código algo tan sencillo como sublime: la posibilidad de convertir lo cotidiano en extraordinario. El arte, al fin y al cabo, no vive solo en galerías. Vive también en salones donde antes reinaban muebles clónicos y ahora laten piezas únicas. Y todo empieza con una brocha, un poco de pintura, y una pizca de osadía.

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Origen: El arte escondido en un IKEA HEMNES VINTAGE te sorprenderá

El HEMNES como lienzo en blanco, pero también como campo de batalla

Uno no elige un HEMNES como quien elige una lámpara de sobremesa. Lo elige porque necesita orden, funcionalidad, cajones donde guardar lo que no quiere tirar pero tampoco mostrar. Porque es barato. Porque es blanco. Porque es IKEA. Pero, con el tiempo, ese blanco grita. Grita “soy igual que los otros 25.857 que se vendieron este año en España” (dato, por cierto, muy real).

Y entonces ocurre el milagro: alguien decide rebelarse. Decide que no quiere vivir en un catálogo. Que su casa es suya, y su mueble también. Lo mira de frente. Lo lija. Lo limpia con un desengrasante potente como Superclean. Lo pinta de verde oliva apagado o de un azul que parece sacado de una postal de los años 50. Y así, el IKEA HEMNES deja de ser “una estructura de diván con tres cajones” para convertirse en algo mucho más interesante: una historia personal hecha mueble.

“El mueble no se elige. Se conquista.”
Lo leí una vez en un blog y no lo he olvidado. Porque hay una verdad poderosa en esa frase. Transformar un mueble es, también, transformarse a uno mismo.

La chalk paint no huele a pintura. Huele a nostalgia

Si existiera una pócima de transformación instantánea, sin duda se llamaría Chalk Paint. Esta pintura de acabado empolvado no solo disimula errores, sino que los convierte en estilo. ¿Una pincelada desigual? Pátina vintage. ¿Un desconchón? Historia. ¿Un tirador cambiado? Narrativa.

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Es tan adictiva que hay quien empieza por un cajón y acaba rehaciendo media casa. Y es que el IKEA HEMNES tiene madera maciza, que no solo es noble, sino también maleable. Permite decapar esquinas, aplicar ceras que huelen a cabaña nórdica y barnices que resisten hasta las uñas de gato.

¿Y sabías que puedes combinar pintura con papel adhesivo inspirado en kimonos japoneses dentro de los cajones? Pues sí. Y queda glorioso.

“Pintar es como escribir con pincel. Cada capa es un párrafo.”

Pero no basta con embellecer. Hay que proteger. El acabado necesita ser sellado con mimo, porque lo vintage bien hecho no es improvisado. Es intencionado. Y lo intencionado, ya se sabe, siempre dice más de ti que tu foto de perfil.


Retrofuturismo de salón: cuando el pasado se viste con luces del mañana

¿Y si lo que estás haciendo no es restaurar, sino diseñar un objeto del futuro imaginado desde el pasado? Ahí entra el retrofuturismo, esa estética que se mueve como péndulo entre lo analógico y lo galáctico. Y que, aplicada a muebles como el HEMNES, resulta tan provocadora como poética.

Un mueble que parece sacado de una película de los años 70, pero con tiradores de acero pulido. Un diván que mezcla acabados metálicos con barniz mate. Un aparador que es a la vez reliquia y visión.

Los expertos del Estudio Alegría lo explican mejor que nadie: materiales naturales, técnicas artesanales, alma industrial. Un equilibrio que puede sonar imposible, pero que, bien logrado, tiene el poder de detener el tiempo.

“Lo retro no es pasado. Es un futuro que no fue.”


El diseño escandinavo como filosofía de vida lenta

Pocos estilos han influido tanto y durante tanto tiempo como el diseño escandinavo. Y no porque tenga nombre de tendencia en Pinterest, sino porque entiende el diseño como algo que debe servir, durar y gustar. IKEA, como su profeta laico, lleva décadas exportando esa filosofía al mundo.

El HEMNES es escandinavo hasta en el nombre. Pero lo que lo hace verdaderamente poderoso no es su origen sueco, sino su vocación de lienzo. Es bello por ser básico. Es básico para ser transformado.


Contra la serie, la serie única

Vivimos rodeados de objetos diseñados para que todos tengamos lo mismo. Es cómodo. Es barato. Es práctico. Pero también es profundamente triste. Por eso hay algo casi subversivo en personalizar lo que nos imponen como estándar. En rebelarse contra el “todos iguales”.

Transformar un mueble IKEA no es solo decorarlo. Es convertir lo útil en bello, lo plano en íntimo, lo genérico en irrepetible. Es decirle al mundo: “esto lo he hecho yo, con mis manos, con mis errores, con mis aciertos”.


Técnicas para fanáticos: del chalk paint al Japandi oculto

Si la pintura a la tiza es el inicio del camino, hay un universo entero de técnicas para quienes quieren llevar la transformación al siguiente nivel. Desde lijados y aceites naturales hasta la inspiración en el estilo Japandi, cada detalle suma.

“Lo que no se ve también cuenta.”

Y es cierto: un cajón bien forrado por dentro, un contraste inesperado entre lo sobrio y lo ornamental, puede cambiar por completo la experiencia de uso de un mueble.


El arte escondido en lo cotidiano

Hay quien dice que decorar es superficial. Yo digo que es justo lo contrario. Que el espacio donde vives influye en cómo te levantas, en cómo piensas, en cómo recuerdas. Que no es lo mismo desayunar en una cocina con alma que en un catálogo.

El IKEA HEMNES VINTAGE no es solo una moda de Pinterest. Es la respuesta a una pregunta silenciosa que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo puedo vivir rodeado de cosas que digan algo de mí?


¿Y si el futuro del diseño es volver a mirar lo viejo con nuevos ojos?

Puede que los muebles no hablen. Pero los transformados, los tocados por la chispa humana, los que huelen a cera y decisión, susurran historias. Te invitan a detenerte, a recordar, a imaginar.

Y quizá, solo quizá, eso es todo lo que necesitamos en esta era de ruido. Un mueble que, sin decir nada, lo diga todo.


“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

“El diseño bien pensado es como un buen vino: mejora con el tiempo.”

“Un mueble IKEA puede ser arte. Solo tienes que decidir dónde empieza el lienzo.”

Originally posted 2025-06-19 10:06:26.

Así son los coches eléctricos vintage más modernos.

La inspiración retro que domina el diseño de los coches eléctricos vintage más modernos. Los prototipos de los 80 influyeron en el diseño de automóviles eléctricos modernos.

En un panorama automotriz donde lo futurista parece ser el mantra, el verdadero secreto detrás de los automóviles eléctricos modernos podría estar escondido en el pasado. Más específicamente, en los años 80. Esos años que nos trajeron sintetizadores, peinados imposibles y películas de ciencia ficción también sembraron las semillas de las tecnologías y diseños que hoy definen los coches eléctricos. Prototipos como el Peugeot Quasar, el Audi Auto 2000 o el General Motors EV1 dejaron huellas profundas, anticipando tendencias que hoy damos por sentadas.

¿Cómo los años 80 predijeron el futuro eléctrico?

Los prototipos de esa década eran mucho más que ejercicios de estilo o sueños imposibles. Eran laboratorios sobre ruedas que exploraban ideas tan avanzadas que entonces parecían ciencia ficción. Pero, ¿qué tanto de esa imaginación ochentera se ha convertido en realidad?

Peugeot Quasar: cuando la ligereza volaba alto

En 1984, el Peugeot Quasar parecía sacado de una película de ciencia ficción. Con su carrocería de fibra de carbono y kevlar, materiales que hoy son comunes en los vehículos eléctricos de altas prestaciones, marcó el camino hacia coches más ligeros y eficientes. Además, su gran cúpula de cristal, inspirada en las cabinas de avión, no solo era visualmente impactante, sino que también sugería la importancia de la aerodinámica, un pilar fundamental en el diseño de los eléctricos modernos.

Como si eso no fuera suficiente, el Quasar presentaba un cuadro de instrumentos electrónico, un detalle que, en los 80, era una rareza y hoy es el estándar.

Peugeot Proxima: más allá de la pantalla

El Peugeot Proxima, presentado en 1986, llevó las cosas aún más lejos. Este prototipo fue pionero en incorporar múltiples pantallas a color en su interior, una característica que ahora encontramos en prácticamente todos los coches eléctricos modernos. Pero el verdadero golpe de genialidad estaba en su parabrisas, que proyectaba información al conductor. Este concepto, precursor de los sistemas head-up display, se ha convertido en una herramienta esencial para la seguridad y la comodidad de conducción.

Audi y Mercedes: el arte de cortar el viento

El Audi Auto 2000, diseñado en 1981, demostró que la aerodinámica no era solo cuestión de velocidad, sino también de eficiencia. Con un coeficiente aerodinámico de 0,30 CX, rompió moldes y adelantó lo que hoy es un objetivo crucial para cualquier eléctrico. A esto se sumaron llantas de aluminio casi planas, otro guiño a la obsesión actual por minimizar la resistencia al aire.

Por su parte, el Mercedes Auto 2000 no se quedó atrás. Además de introducir instrumentación digital, algo revolucionario para la época, incluyó un sistema de protección para peatones, que hoy es obligatorio en los vehículos nuevos. ¿Quién hubiera pensado que un prototipo de hace más de 40 años estaría tan adelantado?

Ford Probe III y General Motors EV1: la eficiencia al extremo

Mientras tanto, en 1981, Ford presentó el Probe III, un vehículo que redefinió el concepto de aerodinámica. Con un coeficiente de resistencia aerodinámica de 0,22, se adelantó incluso a muchos coches eléctricos actuales. Elementos como los paneles de fondo plano, spoilers y espejos integrados demostraron que el diseño podía ser tanto estético como funcional.

Y, por supuesto, está el General Motors EV1, que, aunque es de los años 90, merece una mención especial. Fue el primer coche eléctrico producido en masa, y su diseño aerodinámico extremo, junto con el uso de materiales ligeros como aluminio y compuestos, sentó las bases para los eléctricos modernos.

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El legado de los ochenta en los eléctricos de hoy

Hoy en día, cuando vemos un Tesla Model 3 o un Lucid Air, no podemos ignorar las similitudes con estos prototipos visionarios. La obsesión por la aerodinámica, el uso de materiales ligeros y la digitalización del interior son una herencia directa de estos experimentos ochenteros.

Sin embargo, la historia no termina ahí. Cada vez que se introduce una nueva tecnología o un diseño revolucionario en un coche eléctrico, podemos rastrear su ADN hasta esos años de innovación desbordante.

«El futuro ya estaba aquí»

Como decía William Gibson, «el futuro ya está aquí, solo que no está uniformemente distribuido». Los prototipos de los años 80 son un recordatorio de que las ideas visionarias necesitan tiempo para florecer. Pero también son una lección de cómo la industria automotriz ha sabido aprender del pasado para construir el futuro.

¿Estamos listos para lo que viene? Quizás ya lo estemos viviendo sin darnos cuenta. Después de todo, si algo nos enseñaron los años 80 es que el futuro no llega de golpe; se anticipa, se construye y, finalmente, se vive. Y ahora, con los coches eléctricos, ese futuro es más real que nunca. ¿Qué más nos deparará esta fusión entre nostalgia e innovación?

Originally posted 2025-09-08 03:00:05.

Máquinas arcade portátiles vintage dominan el juego

Las máquinas arcade portátiles vintage esconden un secreto inesperado ¿Por qué las máquinas arcade portátiles vintage dominan el futuro del juego?

Estamos en pleno 2025 y las máquinas arcade portátiles vintage vuelven a latir con fuerza en la palma de la mano, como si hubieran encontrado un pasadizo secreto para regresar desde los ochenta y noventa hasta nuestros días. 🎮 No exagero si digo que cada vez que enciendo una de estas consolas, siento que se abre una grieta en el tiempo. Y no es una ilusión pasajera: empresas como ANBERNIC, Retroid Pocket o MyArcade han logrado transformar un recuerdo en algo tan tangible que se puede guardar en el bolsillo. El fenómeno, silencioso y explosivo al mismo tiempo, se está convirtiendo en una especie de fiebre retro que mezcla emoción, ingeniería y un toque de ironía cultural.

El verdadero lujo del futuro es poder jugar como en el pasado”.

Un renacimiento portátil que parece un truco de magia

Hace tiempo, lo normal era tener que arrastrar muebles de media tonelada para disfrutar de Donkey Kong o Street Fighter II. Hoy basta con encender una ANBERNIC RG35XX para viajar de golpe a aquellos salones arcade llenos de humo y neones. Este modelo, con su procesador Allwinner y su homenaje descarado a la Game Boy Advance SP, no solo emula la experiencia: la revive con una precisión que pone los pelos de punta.

La estrategia de ANBERNIC parece pensada por un prestidigitador: venden máquinas que no solo reproducen ROMs, sino que apelan directamente a las manos, a la memoria táctil de quienes alguna vez apretamos botones de plástico amarillento en un recreativo. Y no se quedan en lo retro. Su RG556, capaz de correr tanto un Castlevania clásico como la app de Netflix, representa un puente improbable entre el pasado más pixelado y el presente más digital.

En paralelo, Retroid Pocket se ha colocado la etiqueta de “premium” del sector. Sus consolas, con pantallas AMOLED que hacen que los gráficos de 16 bits brillen como nunca antes, parecen diseñadas para quienes buscan no solo jugar, sino exhibir. El modelo Retroid Pocket Classic de 2025 lo confirma: un dispositivo vertical con seis botones que parece construido para trasladar los muebles arcade a formato bolsillo.

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Los altares en miniatura para nostálgicos con vitrina

Pero no todo cabe en un bolsillo. Hay quien prefiere convertir su escritorio en un pequeño santuario del arcade. MyArcade lo entendió con sus Micro Player Pro, auténticas miniaturas licenciadas que funcionan como máquinas independientes. Su versión de Atari, lanzada como homenaje al 50 aniversario, trae cien juegos integrados y una pantalla de apenas 2.75 pulgadas. No es solo para jugar: es un objeto de exhibición que cumple la doble función de consola y pieza decorativa.

Más arriba, en la liga del coleccionismo exquisito, aparece New Wave Toys con sus RepliCade. Aquí ya no hablamos de simples consolas, sino de arte funcional. Una réplica de Dragon’s Lair a escala 1:6 con su propio láser disc interno, puertas de monedas metálicas y conectividad HDMI es más que un capricho: es una declaración de intenciones. Un recordatorio de que el arte también puede ser jugable, siempre y cuando estés dispuesto a pagar más de 200 dólares por una miniatura que parece sacada de un museo secreto.

Cada máquina arcade portátil es una cápsula del tiempo disfrazada de gadget”.

La emulación como alquimia tecnológica

El alma de todo esto es la emulación. Programas como MAME, corriendo ahora en procesadores ARM que superan miles de veces la potencia de las máquinas originales, son los auténticos alquimistas de esta historia. Gracias a ellos, es posible pasar en segundos de un Pac-Man a un Tekken 3, todo en un dispositivo que pesa menos que un viejo teléfono Nokia.

Lo fascinante es que ya no se trata solo de reproducir el pasado, sino de expandirlo. Muchas consolas incluyen conexión WiFi, multijugador online, salida HDMI y compatibilidad con mandos externos. Un solo dispositivo puede reemplazar docenas de consolas originales, y aun así seguir cabiendo en la mochila sin levantar sospechas.

El mercado: entre la nostalgia y el negocio frío

El dinero, por supuesto, también juega su partida. El mercado global del gaming retro portátil, valorado en más de 15 mil millones de dólares hace apenas un par de años, tiene proyecciones que rozan los 25 mil millones en la próxima década. Y no hablamos de adolescentes: la mayoría de los compradores son adultos de 30 a 50 años que crecieron entre monedas de cinco duros y que ahora buscan revivir esas partidas con un poder adquisitivo muy distinto al de entonces.

Las empresas lo saben. ANBERNIC ofrece más de 30 modelos distintos, desde consolas humildes hasta máquinas de gama alta. MyArcade apunta al coleccionista de vitrina, mientras que New Wave Toys dispara al segmento boutique con ediciones limitadas que cuestan lo que un billete de avión a Japón. Y sin embargo, todas conviven en el mismo tablero, porque el público para estas reliquias modernas es tan variado como los propios juegos.

Innovaciones que parecen ciencia ficción

Si algo queda claro es que la nostalgia no vive aislada: se mezcla con la innovación. Ya se habla de consolas arcade con realidad aumentada, pantallas plegables, sistemas hápticos que reproducen la vibración exacta de un joystick de 1985 y conexiones 5G para hacer streaming en tiempo real. Incluso la inteligencia artificial se cuela en el terreno, ajustando la dificultad de los juegos clásicos según la habilidad del jugador, como si un programador de otra era estuviera rehaciendo el código en tiempo real.

La especulación más llamativa, sin embargo, es la que une este mundo vintage con blockchain y NFTs: la idea de poseer logros digitales o colecciones únicas de juegos que funcionen como reliquias virtuales. Un concepto que, paradójicamente, encierra la promesa de hacer eterno lo efímero.

Un patrimonio que se niega a morir

Más allá del negocio y la tecnología, hay un componente cultural imposible de ignorar. Estas consolas son, en el fondo, herramientas de preservación. Proyectos como el Digital Ludeme Project trabajan para documentar la historia de los juegos, y la emulación moderna asegura que un chaval dentro de cincuenta años pueda jugar al mismo Pong que hoy cabe en un llavero.

Algunos fabricantes incluso apuestan por materiales reciclables y programas de intercambio para alargar la vida útil de sus dispositivos. No porque la palabra “verde” suene bien en una campaña de marketing, sino porque hay algo poético en prolongar el ciclo vital de las máquinas que, de por sí, nacieron para desafiar al tiempo.

Mirando hacia adelante con un guiño retro

Lo más fascinante de todo esto es que, mientras esperamos las próximas generaciones de dispositivos con pantallas microLED y procesadores cuánticos en miniatura, ya tenemos en la mano auténticas cápsulas de nostalgia. No hace falta imaginar demasiado: basta encender una Retroid Pocket o una RepliCade para sentir que los recreativos nunca se fueron.

Como decía un viejo refrán español: “Lo que se aprende con placer nunca se olvida”. Y quizás esa sea la clave. Estas máquinas nos recuerdan que jugar no era un pasatiempo vacío, sino una forma de vivir el tiempo. Un tiempo que, gracias a estas consolas, podemos volver a tocar, oler y escuchar.

Y ahora la incógnita inevitable: ¿hasta qué punto aceptaremos que lo retro deje de ser memoria para convertirse en futuro? ¿No hay algo inquietante en que los salones arcade del pasado, con su música ensordecedora y sus pantallas parpadeantes, estén regresando en miniatura para acompañarnos a todas partes?

Porque, al final, lo verdaderamente vintage nunca desaparece: simplemente aprende a transformarse.

Originally posted 2025-09-08 00:38:27.

El legado digital de la moda: del bikini retro al 4K eterno

El legado digital de la moda: del bikini retro al 4K eterno

El Renacimiento Digital de la Moda: Cuando el pasado se vuelve futuro

Estamos en octubre de 2025, frente a una pantalla que revive en 4K los desfiles de AGOGOA en Milán 2014. La palabra clave aquí —Renacimiento digital de la moda— resume algo tan claro como fascinante: la tecnología no solo está transformando la industria, sino que también está devolviendo al presente los gestos, los brillos y las pasiones de una era que creíamos perdida.

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Milán 2014: cuando el beachwear se hizo arte

El Superstudio 13, septiembre de 2014. Dos días de luces, cámaras y arena imaginaria. Jerry J. Tommolini presenta su colección para AGOGOA y redefine el concepto de moda de playa. No se trata ya de prendas para broncearse: es “all-day fashion”, una actitud que se lleva puesta incluso cuando el sol se apaga.

Recuerdo ver a Fiammetta Cicogna deslizándose por la pasarela como si las olas la empujaran. Melissa Satta sonríe, se gira, y en ese gesto resume la confianza de toda una generación que entiende el glamour como una forma de libertad.

El beachwear dejó de ser un accesorio: se convirtió en identidad.

Aquel Blue Fashion Beach no fue solo un desfile. Fue el manifiesto de un tiempo que apostó por la naturalidad y la sensualidad sin excesos. Marcas como Emamò, Pin-Up Stars o Flavia Padovan acompañaron a AGOGOA en lo que hoy parece el principio de un cambio tectónico: el momento en que la moda de playa pasó de ser banal a ser aspiracional.

¿Cómo un desfile de 2014 predijo el futuro de 2025?

Hay una escena que se me queda grabada: los bikinis de cintura alta, los cut-outs imposibles, los detalles deportivos en plena explosión visual. Hoy todo eso suena familiar. Lo curioso es que, en aquel entonces, eran el futuro disfrazado de presente.

Los diseñadores italianos de 2014 parecían codificar un mensaje en cada costura: “Esto es lo que llevarás dentro de diez años.”

Y así fue. El athleisure, la estética funcional, la mezcla entre elegancia vintage y tecnología deportiva… todo germinó allí, sobre aquella pasarela milanesa.


La nostalgia: ese combustible secreto de la moda

¿Por qué lo retro sigue teniendo tanto poder? Quizá porque la moda es el único lenguaje que envejece y rejuvenece al mismo tiempo.

Los bikinis estructurados de los 50, los escotes de los 70 o los neones de los 80 no son reliquias, sino códigos emocionales que se reactivan cada pocas décadas. Cuando Annette Kellerman se atrevió a nadar con un traje ajustado en los años 30, no imaginaba que un siglo después sus líneas seguirían inspirando a diseñadores en 4K.

Cada generación reinterpreta el pasado según sus miedos y sus deseos. En 2014 fue el turno del equilibrio entre sensualidad y comodidad. En 2025, hablamos de conciencia, de justicia material, de respeto por la naturaleza. Pero el impulso es el mismo: buscar belleza sin pedir permiso.


El poder del 4K: cuando el archivo se vuelve eterno

Me quedo hipnotizado mirando la pantalla. La remasterización digital convierte aquel desfile en una experiencia casi táctil. Cada hilo, cada pliegue, cada reflejo revive con una nitidez que el ojo humano jamás tuvo en directo.

¿Sabías que restaurar un archivo así cuesta entre 100.000 y 500.000 dólares? Horas infinitas de limpieza, corrección de color y reconstrucción de texturas. Pero lo que se gana es incalculable: un legado visual inmortal.

Estamos, literalmente, preservando el alma de la moda.
La tecnología se ha convertido en la nueva aguja del tiempo.


Materiales del futuro: del nylon al océano

Aquí empieza otra historia. Mientras revisamos archivos del pasado, los diseñadores actuales tejen el futuro con materiales que parecen poesía pura.

ECONYL, por ejemplo, transforma redes de pesca abandonadas y residuos plásticos en un nylon regenerado tan resistente y elástico como el tradicional. La diferencia: un 80% menos de impacto ambiental.

Piénsalo: las mismas redes que atrapaban peces ahora capturan sueños. Y al hacerlo, devuelven algo al mar que antes le quitaban.

Marcas como Speedo, Yamamay o Panache ya colaboran con Hyosung en su línea regen™, mientras proyectos como FishTale® mezclan nylon reciclado y elastano regenerado para crear tejidos que convierten basura marina en alta costura.

By Johnny Zuri

“No hay nada más sexy que un bikini hecho de red salvada del olvido.”

https://www.youtube.com/watch?v=apqxKDpeBA8


Tabla comparativa: el ayer y el mañana del beachwear

Década / Material Innovación principal Espíritu dominante Ejemplo icónico
1930s – Lana elástica Primer traje de baño ajustado Valentía y escándalo Annette Kellerman
1950s – Algodón estructurado Cinturas altas y corsetería Elegancia y contención Hollywood en la Riviera
1980s – Lycra y neones Cortes altos y colores extremos Exuberancia y energía Miami Beach
2010s – Microfibra técnica Diseño “all-day” y funcional Glamour y naturalidad AGOGOA 2014
2020s – ECONYL / regen™ Nylon y elastano regenerados Humanismo y conciencia Speedo, Yamamay

De las pasarelas físicas al metaverso

Y entonces llegó la pandemia. Las pasarelas se apagaron y las pantallas se encendieron. Lo que parecía una tragedia logística se convirtió en la mayor reinvención estética del siglo: los desfiles virtuales.

La moda encontró un nuevo escenario: el ciberespacio. La realidad aumentada permitió asistir desde casa, girar la cámara, ampliar texturas, incluso “probar” las prendas en nuestro propio avatar.

¿Recuerdas cuando se decía que la moda era pura materia? Hoy sabemos que también puede ser pura luz.

Las nuevas pasarelas no tienen pasillos: tienen códigos.


Retro-futurismo: cuando Jerry J. Tommolini soñó sin saberlo

Tommolini no solo diseñó bañadores; diseñó un pensamiento. Al definir AGOGOA como “un estado mental”, estaba describiendo algo que aún no existía: una moda capaz de moverse entre lo físico y lo digital, entre la arena y el píxel.

Sus diseños de 2014, ahora revividos en 4K, dialogan con bikinis hechos de redes recicladas y desfiles proyectados en realidad virtual. Es la conversación perfecta entre pasado y futuro.

By Johnny Zuri

“La moda no se repite: hace eco.”


¿Y ahora qué? El futuro como espejo líquido

Los nuevos tejidos inteligentes ya regulan la temperatura, cambian de color con el sol y registran signos vitales mientras nadamos. Las prendas se vuelven vivas, interactivas, sensibles.

Mientras tanto, los archivos digitales conservan la memoria visual de cada década. El pasado nunca muere: se actualiza.

En este Renacimiento digital de la moda, el tiempo ya no es una línea recta, sino una espiral. Cada vuelta nos acerca a una idea esencial: que la belleza, cuando se une a la tecnología y al respeto por la naturaleza, deja de ser pasajera.


Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Qué significa “Renacimiento digital de la moda”?
Es la unión entre tecnología, archivo histórico y diseño contemporáneo. Consiste en preservar, restaurar y reinterpretar colecciones pasadas mediante herramientas digitales como la remasterización en 4K o los desfiles virtuales.

¿Por qué AGOGOA es tan relevante en este contexto?
Porque su filosofía de “moda de playa para todo el día” anticipó la fusión entre funcionalidad, sensualidad y estilo que domina hoy la industria.

¿Qué diferencia a ECONYL del nylon convencional?
ECONYL se fabrica con residuos recuperados del mar, como redes de pesca, y mantiene las mismas propiedades que el nylon virgen, pero con una huella ambiental mucho menor.

¿Cómo funcionan las pasarelas virtuales?
Combinan grabación en alta resolución, modelado 3D y realidad aumentada, permitiendo experiencias inmersivas sin necesidad de presencia física.

¿Se están perdiendo los valores tradicionales de la moda con la digitalización?
Al contrario: se están conservando mejor que nunca. La tecnología permite documentar, restaurar y compartir colecciones de forma que antes era impensable.

¿Qué papel tiene Italia en esta evolución?
Italia sigue siendo el corazón emocional de la moda, el punto donde la tradición artesanal se encuentra con la innovación digital.

¿El futuro de la moda será completamente virtual?
No del todo. Lo físico seguirá siendo esencial, pero el entorno digital será su espejo, su archivo y su escenario permanente.


El Renacimiento digital de la moda no es una tendencia: es un archivo eterno.
Y mientras los píxeles brillan sobre la arena imaginaria, me queda una certeza: en este juego entre lo humano y lo virtual, la moda ha aprendido a desafiar al tiempo… y a ganarle.

SPANDAU BALLET GLOW: el latido retro-futurista del new romantic

Spandau Ballet Glow: funk europeo y nostalgia futurista

SPANDAU BALLET GLOW: el latido retro-futurista del new romantic

Estamos en octubre de 2025, en Londres, y SPANDAU BALLET GLOW vuelve a brillar como si nunca hubiera dormido. La grabación en vivo de 1982, rescatada y remasterizada en la caja recopilatoria Everything Is Now – Vol 1, confirma lo que muchos sospechábamos: esta banda supo conectar el funk europeo con el synth-pop de forma única, creando una huella retro-futurista que todavía marca moda, cultura club y coleccionismo.

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Origen: Spandau Ballet – Glow – BBC In Concert Paris Theatre, Regent Street, 7th April 1982

¿Puede el funk europeo bailar con las ondas analógicas?

Gary Kemp siempre confesó su fascinación por aquel funk que empezaba a filtrarse en los clubes del Soho, con DJs poniendo a sonar a Fatback Band o Dr. Buzzard mientras Londres ardía de eclecticismo. Y es justo ahí donde aparece Glow: un puente descarado entre el new romantic más sofisticado y un pulso más carnal, casi callejero.

Lo curioso es que esta mezcla, en 1982, parecía arriesgada; hoy, suena a alquimia inevitable. Las guitarras limpias, las percusiones intermitentes y ese groove tan europeo marcan una ruta que desembocaría poco después en Chant No. 1.

“La magia estaba en las máquinas, pero también en el sudor de la pista.”

Y claro, no hablamos de máquinas cualquiera. Yamaha DX7, Roland Juno-60, cajas LinnDrum: los tótems de las ondas analógicas que crearon texturas imposibles de replicar en digital. A día de hoy, esa calidez es oro puro para quienes buscan autenticidad en un mar de pistas comprimidas.


El ritual del vinilo frente al streaming

La caja recopilatoria Everything Is Now – Vol 1: 1978-1982 es mucho más que un objeto: es casi un altar. Nueve discos entre vinilos remasterizados, CDs con rarezas y un Blu-ray con mezclas Dolby Atmos firmadas por Steven Wilson, ese alquimista que ya transformó a King Crimson, XTC o Jethro Tull.

Mientras el streaming sigue reinando en auriculares de bolsillo, el vinilo mantiene su poder ritual. Sacarlo de su funda, acariciar el libreto, escuchar el chasquido previo a la aguja… esa liturgia que convierte a los coleccionistas en guardianes de una experiencia táctil que ningún algoritmo puede ofrecer.

Formato Experiencia Valor cultural
Streaming Acceso inmediato, playlists infinitas Consumo rápido, efímero
Vinilo edición limitada Ritual físico, objeto de colección Distinción, legado
Caja recopilatoria Contexto histórico + rarezas Narrativa completa, arqueología musical

“El vinilo no compite con el digital; lo corrige.”

By Johnny Zuri


Blitz Club: el laboratorio cyber que nunca cerró

El Blitz de Londres solo vivió entre 1979 y 1980, pero sigue latiendo como mito. Steve Strange y Rusty Egan convirtieron aquel sótano en un refugio donde la violencia quedaba fuera y la creatividad se disparaba sin permiso. Allí, Spandau Ballet fue la única banda que tocó en vivo.

Lo demás ya es historia: Boy George sirviendo copas, Marilyn inventando estilismos imposibles, Visage jugando con el maquillaje como arma de identidad. Aquella estética cyber, que entonces parecía una excentricidad, hoy se replica en pasarelas, portadas y hasta en exposiciones como Blitz: The Club That Shaped the 80s en el Design Museum de Londres.

“El Blitz no fue un club: fue un manifiesto vestido de terciopelo.”


Nostalgia futurista: del synth-pop al vaporwave

Hay algo delicioso en escuchar Glow hoy y sentir que suena igual de futurista que en 1982. Esa “nostalgia futurista” que tanto gusta nombrar a diseñadores y músicos encuentra aquí un ejemplo perfecto: un tema nacido de guitarras funky y sintetizadores analógicos que ahora, remasterizado con tecnología Atmos, parece expandirse hacia el mañana.

Lo mismo ocurre cuando comparamos esa herencia con lo que hoy llaman vaporwave: paletas de neón, estética corporativa ochentera y samples digitales que beben directamente de los experimentos del Blitz Club.

By Johnny Zuri
“El futuro no se inventa: se recuerda de otra manera.”


Una canción puente que nunca quiso dormirse

Glow no entró en Journeys to Glory porque Gary Kemp la compuso demasiado tarde. Y quizás esa tardanza fue un regalo: quedó como pieza suelta, demasiado experimental para el debut, demasiado brillante para enterrarla. Ahora, rescatada en 2025 dentro de la caja de Parlophone, aparece como arqueología sonora, con toda la fuerza de algo que nunca envejeció.

Los versos sobre “corazones extranjeros y ojos somnolientos” resuenan como metáfora de una generación que buscaba fuera del punk una nueva identidad. Una juventud que encontraba en la cultura club un refugio de amor, libertad y fuerza, mucho antes de que esas palabras fueran etiquetas de marketing.

La edición limitada firmada por los cinco miembros en la tienda oficial no es solo un objeto: es casi un certificado de autenticidad de una época en la que música, moda y diseño iban de la mano.


FAQ

¿Qué es SPANDAU BALLET GLOW?
Es una canción de 1982 que mezcla funk europeo y synth-pop, reeditada en 2025 en la caja recopilatoria Everything Is Now – Vol 1.

¿Por qué es importante el Blitz Club?
Fue el epicentro del movimiento new romantic en Londres, donde música, moda y estética cyber crearon un lenguaje que aún inspira a diseñadores y artistas.

¿Qué aporta un vinilo de edición limitada frente al streaming?
El vinilo ofrece experiencia táctil, coleccionismo y un sonido más cálido; el streaming solo garantiza acceso inmediato.

¿Quién trabajó en la nueva masterización?
Steven Wilson, ingeniero reconocido por su trabajo con King Crimson, Jethro Tull y XTC, aplicó mezcla Dolby Atmos.

¿Qué significa nostalgia futurista en este contexto?
Es la sensación de que una obra del pasado sigue sonando a futuro, como ocurre con Glow o con la estética vaporwave actual.

¿Dónde conseguir la caja recopilatoria?
Está disponible en Spandau Ballet y en su tienda oficial con ediciones limitadas para coleccionistas.


Y ahora la incógnita queda abierta: si Glow fue un puente entre funk y synth-pop, ¿qué canciones actuales estarán sembrando, sin saberlo, las semillas de la próxima nostalgia futurista? ¿Qué club de hoy se convertirá en el Blitz de mañana? Y lo más inquietante: ¿sabremos reconocerlo antes de que cierren las puertas?

El legado secreto de la ciencia ficción retro que aún nos persigue

El legado secreto de la ciencia ficción retro que aún nos persigue. Buck Rogers, robots sensuales y la extraña estética futurista que nunca existió

Estamos en un atardecer cualquiera de este siglo, en una ciudad donde aún sobreviven las librerías de viejo con olor a polvo y papel envejecido. Camino entre estanterías desordenadas y de pronto lo veo: una portada pulp donde un héroe musculoso apunta su pistola de rayos mientras, a su lado, una mujer metálica brilla como recién pulida en un taller de cromo. No sé si es Buck Rogers o un imitador barato, pero la sensación es clara: estoy frente al cruce imposible entre los años treinta y el Japón de Hajime Sorayama. Y ahí se revela la magia de la ciencia ficción retro: ese puente dorado entre la ingenuidad heroica del pasado y la sofisticación erótica del futuro que nunca fue.

Getting Weird (retro sci fi cover)
byu/leegoocrap inscifi

La primera vez que me topé con un pin-up robótico al estilo Sorayama sentí que alguien había mezclado dos lenguajes estéticos aparentemente incompatibles. Por un lado, la aventura desbordante de cohetes con aletas y ciudades de cristal de la vieja estética pulp; por otro, la frialdad lujosa de un cuerpo cromado que, más que prometer amor, reflejaba obsesivamente la luz. Y sin embargo, la combinación funcionaba. De hecho, funciona tan bien que ha dado origen a una corriente visual reconocida: el retrofuturismo, ese espejo donde el futuro siempre llega con un toque de nostalgia.


Las raíces doradas del pulp espacial

Buck Rogers no inventó la ciencia ficción, pero sí la vistió con casco, pistola de rayos y botas imposibles. Cuando Philip Francis Nowlan lo imaginó en 1928 y Dick Calkins lo dibujó, estaba creando algo más que un personaje de aventuras: estaba levantando una gramática visual. Cohetes aerodinámicos, uniformes militares con brillos metálicos, ciudades que parecían juguetes de hojalata gigantes. El pulp, con sus portadas exageradas, era un catálogo de futuros posibles que nunca llegarían.

Lo curioso es que aquella ingenuidad gráfica acabó influyendo en toda la cultura popular posterior. El streamline de los años treinta, esa pasión por las formas curvas y veloces, se incrustó en el ADN de los cómics y más tarde de la televisión. Y cuando en los setenta la serie “Buck Rogers en el siglo XXV” fichó al mismo Ralph McQuarrie que había definido la estética de Star Wars, se cerraba el círculo: lo pulp alimentando a lo moderno, lo ingenuo fertilizando lo épico.

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“El futuro nunca fue tan brillante como en las páginas gastadas del pulp”, pienso cada vez que hojeo una de esas revistas donde el papel barato apenas aguanta la tinta.

Almas mecánicas mezcla ciencia ficción, misterio y filosofía


Sorayama: el alquimista del metal

Mientras Buck Rogers disparaba rayos a alienígenas de cartón, un joven japonés descubría su obsesión por el brillo metálico. Hajime Sorayama lo ha confesado sin pudor: “Soy adicto al brillo del metal”. Esa adicción le llevó a inventar en los años setenta un género propio, el “Sexy Robot”, donde la carne desaparece y en su lugar surge un cromado perfecto, lujurioso, casi líquido.

Lo que me fascina de Sorayama es que nunca reduce sus robots a simples fantasías eróticas. Sus figuras son espejos, metáforas del choque entre lo humano y lo artificial. Cuando en los dos mil colaboró con Sony para diseñar el perro robot AIBO, no solo estaba jugando a ilustrador: estaba dejando su huella en la historia del diseño industrial. Hoy, esas criaturas mecánicas descansan en el MOMA y en el Smithsonian, como si fueran reliquias religiosas de una fe en el futuro que aún no sabemos si merecemos.

Sorayama, en cierto modo, es el reverso oscuro del optimismo pulp: donde Buck Rogers veía aventura, él refleja deseo. Donde el pulp prometía libertad espacial, él encierra la mirada en un cuerpo brillante, frío, pero irresistible.


Retrofuturismo: cuando la nostalgia se viste de cromo

El retrofuturismo se define como la visión del futuro tal como lo imaginaba el pasado. Es una paradoja deliciosa: mirar hacia adelante con ojos viejos. Según Lloyd John Dunn, que en 1983 le puso nombre al concepto, se trata de revivir “el mundo de mañana que nunca fue”.

Ese mundo se reconoce por sus tonos pastel, sus cohetes con aletas ridículas, sus ciudades de cristal bajo cielos turquesa. Pero también por su función crítica: mostrar que, pese a toda nuestra tecnología actual, seguimos soñando con el futuro ingenuo de ayer. “La nostalgia es un filtro dorado que convierte el fracaso en promesa”, podría decir cualquier aficionado al retrofuturismo mientras contempla un cartel de feria espacial de los años cincuenta.


La herencia pulp en la ilustración española

No hace falta cruzar el Atlántico para encontrar huellas de esta estética. En España, ilustradores como Horacio Salinas Blanch o Néstor Goldar llevaron el pulp a las portadas de editoriales como Martínez Roca o Caralt. Sus colores vivos, sus formas atrevidas y ese aire de ciencia ficción casera siguen latiendo en colecciones olvidadas.

En aquellas portadas había más que simples alienígenas verdes. Había una voluntad de importar a nuestra cultura visual esa estética de aventura, de “la vida como una portada pulp”, aunque el interior del libro a veces no estuviera a la altura.


El renacimiento digital del pin-up robótico

Hoy, esa tradición resucita en lugares inesperados: Instagram, por ejemplo. La cuenta @retroscifiart, dirigida por el argentino Mariano Arrigo, se dedica a recopilar y reinterpretar ilustraciones retrofuturistas. Allí conviven cohetes que parecen batidoras con mujeres robot que parecen salidas del estudio de Sorayama.

Lo fascinante es cómo los artistas contemporáneos han adoptado hashtags como #robotpinup o #cyberladies, prolongando la sensualidad cromada de los años setenta en un entorno digital. El arte cyber se alimenta de esa mezcla: nostalgia espacial y erotismo sofisticado.


Técnicas entre lo analógico y lo digital

Los nuevos ilustradores que juegan con la ciencia ficción retro no se conforman con imitar. Combinan papel, tinta y aerógrafo con Photoshop y renderizados en 3D. Sus paletas privilegian azules eléctricos, violetas y brillos de neón que parecen sacados de un club nocturno futurista.

El resultado es una paradoja perfecta: imágenes que parecen arrancadas de revistas pulp de 1950, pero que solo pudieron ser creadas con software del siglo XXI. Como si los fantasmas del pasado usaran tablets gráficas.


Cyberpunk y pulp: hermanos enfrentados

El cyberpunk, con su visión oscura de ciudades plagadas de neones y lluvia ácida, podría parecer lo opuesto al pulp luminoso de Buck Rogers. Y sin embargo, ambos comparten una obsesión: explorar cómo la tecnología transforma la identidad humana.

La estética cyberpunk, con sus contrastes de luz y sombra, sus colores vibrantes y su crítica a la alienación, bebe de la misma fuente de inquietud que Sorayama. Si Buck Rogers nos enseñó el entusiasmo, el cyberpunk nos recuerda la factura. Y en medio, el retrofuturismo actúa como puente, recordándonos que el futuro siempre ha sido un espejo deformante de nuestros deseos y miedos.


El futuro de la nostalgia espacial

Exposiciones recientes como “Cyber Ladies’ World” en la galería Almine Rech de París muestran que Sorayama sigue tan vigente como siempre. Trece figuras femeninas cromadas, incluyendo a una Marilyn Monroe androide, confirman que la estética del pin-up robótico no ha perdido fuerza. Su colaboración con Dior y Kim Jones, reinterpretando al robot de Metrópolis de Fritz Lang, lo demuestra aún más: la moda, el arte y el diseño industrial se arrodillan ante el mismo brillo metálico.

El diálogo entre Buck Rogers y Sorayama nunca existió en la realidad, pero existe en nuestra imaginación colectiva. Y quizá eso sea suficiente.


Reflexión abierta

Cuando cierro la revista pulp que encontré en aquella librería, me quedo con la misma pregunta que me persigue desde entonces: ¿qué es lo que realmente buscamos en estas imágenes? ¿Una promesa de aventuras estelares o el reflejo seductor de un robot plateado? ¿La ingenuidad heroica o la sofisticación erótica?

Tal vez la ciencia ficción retro sea exactamente eso: un recordatorio de que nunca hemos dejado de soñar, aunque esos sueños a veces brillen demasiado como para tocarlos. Y entonces me pregunto: si dentro de cien años alguien descubre nuestras imágenes digitales de hoy, ¿qué futuro inventarán a partir de ellas? ¿Un Buck Rogers pixelado? ¿Una Sorayama holográfica? ¿O algo que, como siempre, no podremos prever pero sí imaginar?

La historia secreta de Burger King retro

La historia secreta de Burger King retro. Cuando un techo angular convirtió una hamburguesa en un símbolo

Estamos en septiembre de 1966 en Estados Unidos, y un restaurante Burger King parece sacado de una postal futurista: techo angular, paredes enteras de vidrio y ese aire optimista que prometía que hasta una hamburguesa podía saber mejor bajo un diseño moderno. Hoy lo miro en fotografías y casi puedo escuchar el ruido de los coches con aletas cromadas en el aparcamiento, mientras un neón promete hamburguesas “tan distintas que parecen de otro planeta”.

La clave de este Burger King no estaba solo en la carne a la parrilla, sino en la forma del edificio. El anuncio original de 1966 vendía la idea de que comer allí era vivir un pedazo de modernidad. No era un simple local de comida rápida: era un escaparate arquitectónico de mediados de siglo, con un techo que parecía dispuesto a despegar como un cohete y con muros de cristal que dejaban a la vista tanto el interior como el ansia americana por mostrarlo todo.

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Origen: Vintage Burger King through the decades: A unique concept & engaging ads (1950s-90s) – Click Americana

El Burger King que parecía una nave espacial

Lo fascinante es que este tipo de restaurantes se convirtieron en templos cotidianos de diseño sin que nadie lo señalara como tal. El techo angular tenía algo de atrevido, de querer desafiar la gravedad, y las paredes de vidrio funcionaban como un escaparate del estilo de vida: familias, jóvenes con chaquetas de cuero, oficinistas devorando un Whopper como si fuera un ritual urbano.

Hace tiempo escuché a un arquitecto describirlos como “las catedrales de la hamburguesa”. Y no exageraba. Había una intención clara de transmitir confianza en el futuro: un lugar donde hasta el ketchup parecía más rojo bajo ese cristal brillante. “Comer era también mirar y ser mirado”, podría decirse, porque esos muros transparentes convertían al cliente en protagonista de una escena moderna, casi cinematográfica.

Entre la parrilla y la arquitectura

Lo curioso es que el mensaje de Burger King no se limitaba a “ven y come barato”. Era mucho más ambicioso: la publicidad de 1966 hablaba de ser “deliciosamente diferente”. En aquella época, cuando McDonald’s apostaba por su modelo de eficiencia casi militar, Burger King se plantaba con un guiño arquitectónico que decía: aquí hay estilo, aquí hay diseño, aquí hay modernidad servida en bandeja.

Me gusta pensar en los detalles: el olor de la carne al fuego escapando por los ventanales, el reflejo de los coches en los cristales, los rótulos gigantes que casi competían con las marquesinas de los cines. No era solo fast food, era cultura popular hecha ladrillo y vidrio.

Johnny Zuri

«Un techo angular puede decir más de una sociedad que mil discursos políticos.»

Lo que este Burger King revela del futuro

Si lo observamos hoy, el contraste es brutal. Las cadenas de comida rápida se parecen demasiado entre sí, espacios pulidos sin alma que podrían estar en Miami, Madrid o Singapur. Pero aquel Burger King de mediados de los sesenta tenía carácter, se notaba que quería ser distinto. No era solo un sitio para comer, era una postal de un país que creía en la modernidad como se cree en un Dios nuevo.

Y la gran ironía es que esa apuesta por el diseño de autor acabó diluyéndose con el tiempo. Se construyeron miles de locales, pero pocos conservaron esa osadía arquitectónica. Lo retro de entonces hoy parece más futurista que muchos de los edificios acristalados que nos rodean.

Johnny Zuri

«La hamburguesa se enfría, pero la arquitectura queda.»

¿Fast food o patrimonio cultural?

Aquí está la pregunta incómoda: ¿qué hacemos con estos locales cuando envejecen? ¿Los derribamos porque son simples restaurantes de hamburguesas o los tratamos como parte del patrimonio cultural de una época? Algunos fueron demolidos sin que nadie pestañeara, otros sobreviven disfrazados bajo reformas poco inspiradas, y unos pocos han sido rescatados como ejemplos de arquitectura de mediados de siglo.

Hay algo conmovedor en la idea de que un Burger King pueda ser visto como arte. Pero si lo pensamos bien, ¿no es precisamente ahí donde está el legado de nuestra época? En esos lugares que parecían triviales, pero que nos enseñaron a soñar con lo cotidiano.

Johnny Zuri

«El verdadero lujo del siglo XX no estaba en los palacios, sino en un Whopper bajo un techo inclinado de cristal.»

El eco de un diseño que aún sorprende

Cada vez que vuelvo a ver esas imágenes de 1966, me pregunto qué sentiría un adolescente entrando por primera vez en aquel Burger King con su fachada de vidrio iluminada. Tal vez pensara que el futuro había llegado en forma de hamburguesa y patatas fritas. Tal vez se sintiera parte de algo más grande que una comida rápida: un estilo, una forma de mirar el mundo.

Y aquí estamos, en 2025, revisitando esas fotos con una mezcla de nostalgia y admiración. El diseño retro de aquel Burger King nos recuerda que incluso lo banal puede ser grandioso cuando se atreve a ser diferente. No era solo un techo angular ni unas paredes de vidrio: era una promesa envuelta en pan tostado.


¿Será posible que dentro de cincuenta años alguien mire nuestros locales de comida rápida actuales con la misma fascinación? ¿O hemos perdido para siempre esa capacidad de soñar a través de un simple edificio de hamburguesas?

La mandolina vintage que marca un destino

La mandolina vintage que marca un destino. Cómo Sierra Hull y Gibson reinventan el legado sonoro con alma propia

Estamos en julio de 2025, en Nashville, Tennessee. Hace calor, el aire huele a serrín y barniz, y en los talleres de la Gibson Custom Shop las manos curtidas de los luthiers se mueven con la precisión de un cirujano que abre un corazón. En ese mismo instante ocurre algo insólito: Gibson consagra a Sierra Hull como la primera mujer con una mandolina de firma en sus 130 años de historia. 💥

Lo que parece un simple lanzamiento de instrumento se convierte en un relato mucho más profundo. Aquí no hablamos solo de mástiles, abetos o arpegios. Hablamos de herencia, de rebeldía, de cómo un objeto pequeño puede cargar con un peso gigantesco: el de un legado. Porque una mandolina vintage puede marcar el futuro de la música. Y lo hace con fuerza, con carácter, con alma.

“La mandolina es pequeña, pero su historia es gigantesca”

El nacimiento de un sonido que rompió esquemas

Todo empieza con un camarero con delirios de violín. Orville Gibson, un tipo sin títulos ni academias detrás, en 1894 talló una extraña criatura de diez cuerdas que nadie supo clasificar. ¿Era una guitarra? ¿Un laúd? ¿Un capricho sin futuro? Lo cierto es que sonaba como nada antes.

El truco estaba en su método: nada de tapas planas, nada de cajas dobladas. Tallaba la madera como si estuviera esculpiendo un violín, con curvas que parecían desafiar a la lógica pero que daban un volumen y una resonancia inusuales. Aquellas mandolinas eran tan superiores a los “taterbugs” italianos que los músicos se peleaban por una, aunque Orville tardara semanas en acabar cada pieza.

Cinco empresarios olieron el talento y compraron sus patentes por $2.500. Así nació la Gibson Mandolin-Guitar Mfg. Co., Ltd., con un destino que iba a alterar el mapa sonoro de América para siempre.

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Origen: La Mandolina De Sierra Hull Redefine El Legado De GIBSON

Lloyd Loar: cuando un alquimista desafía a los dioses del sonido

Si Orville fue el profeta, Lloyd Loar fue el alquimista. Entre 1922 y 1924 diseñó la F-5 Master Model, una mandolina que sonaba a sinfonía completa. Cambió el agujero central por dos orificios en f, elevó el diapasón, afinó las tapas como si fueran violines Stradivarius y convirtió la cámara en un tanque de resonancia.

El 9 de julio de 1923 quedó marcado en rojo: Loar firmó varias mandolinas legendarias, y una de ellas terminó en las manos de Bill Monroe, el padre del bluegrass. Aquella pieza, con número de serie 73987, se convirtió en el Excalibur de un género. No era solo un instrumento: era el centro de gravedad de una tradición.

Sierra Hull: la niña que la mandolina eligió

Nacida en Tennessee en 1991, Sierra Hull no toca la mandolina: la mandolina la escoge a ella. A los 8 ya domina el instrumento. A los 10 debuta en el Grand Ole Opry. A los 11 Alison Krauss la apadrina. A los 13 firma su primer contrato discográfico. Una carrera fulgurante, más de novela que de biografía.

En Berklee pule su talento sin perder autenticidad. Suena a bluegrass, sí, pero también a jazz, folk, incluso a algo que aún no tiene nombre. Por eso acumula premios, nominaciones al Grammy y colaboraciones con Clapton, Dolly Parton, Béla Fleck, Brandi Carlile o Billy Strings como si fuera lo más normal del mundo.

Ahora, Gibson graba su nombre en una etiqueta interior. No es marketing, es justicia poética.

“El futuro suena mejor cuando lo toca una mujer”

Un instrumento que late como un corazón vivo

El modelo Sierra Hull F-5 Master Model es el resultado de dos años de obsesión compartida con David Harvey, jefe de la Custom Shop. Hecho de abeto rojo y arce figurado, con barniz Cremona Brown y herrajes plateados, es un objeto tan sonoro como visual.

No hablamos de nostalgia, sino de precisión. Cada pieza fue escaneada en 3D, comparada con planos originales de Loar y luego ajustada a mano como si fueran joyas. El resultado es un Frankenstein sonoro que respira como un organismo vivo.

Para los que buscan algo más jugable, está la F-5G, sin pickguard, con un diapasón más corto, más cómodo. Una mezcla de tradición y modernidad que encarna perfectamente a Sierra Hull.

La mandolina como arte, inversión y alma

En un tiempo dominado por algoritmos y producción digital, hay algo profundamente humano en sostener un instrumento tallado a mano. Las mandolinas firmadas por Loar se han convertido en los Stradivarius del bluegrass, alcanzando precios que suben más rápido que los NFT, con la diferencia de que aquí la belleza no se volatiliza.

El mercado de mandolinas supera los 783 millones de dólares y apunta a los 1.139 millones para 2032. No lo mueve la nostalgia, sino la autenticidad. Un instrumento de este calibre no solo suena: respira.

“Un instrumento hecho a mano no solo suena, respira”

Johnny Zuri

“El mercado puede especular con todo, pero nunca con el alma de una cuerda que vibra.”

Cuando el futuro se escribe con madera

La alianza entre Gibson y Sierra Hull no es un catálogo, es un manifiesto. Un gesto silencioso contra lo desechable, lo rápido, lo sin alma. En un tiempo en que todo suena igual, estas mandolinas se atreven a sonar distinto.

La inteligencia artificial podrá componer sinfonías, sí, pero nunca sabrá lo que significa improvisar en un porche de Tennessee, sentir una cuerda vibrando en el pecho o tener callos en los dedos tras horas de ensayo.

Estas mandolinas son prueba de que el futuro de la música se escribe en madera, no en silicio.

Johnny Zuri

“La IA podrá imitar notas, pero jamás el silencio entre ellas.”

El eco de lo retro en un mañana incierto

¿Veremos más mujeres con modelos de firma? ¿Será la mandolina el próximo objeto de culto de jóvenes músicos? ¿Sobrevivirá la lutería artesanal a la tiranía de las impresoras 3D?

Nadie lo sabe. Pero sí está claro que cuando una mandolina vintage vibra como lo hace una F-5 firmada por Sierra Hull, el tiempo se detiene. Pasado y futuro se rozan, y la música sonríe como una vieja amiga que nunca se cansa de regresar.

“La mandolina no solo se toca. Se hereda.”


“La música es el único lugar donde el alma no necesita pasaporte.”
— Frase anónima garabateada en un estuche de mandolina de los años 30

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.”
— Proverbio tradicional

Más detalles en la propia Gibson Gazette sobre el F-5G.

Y ahora dime: ¿a qué suena tu futuro, a silicio o a madera tallada?

Explora el mundo con estilo con una maleta vintage

¡Descubre el Estilo Retro en tus Viajes con una Maleta Vintage! BUEN VIAJE VINTAGE: Explora el mundo con estilo y nostalgia con una maleta vintage que te hará sentir como un viajero del tiempo. 🚀✨

En un mundo donde la moda cambia tan rápido como el clima, hay una tendencia que ha perdurado a través del tiempo: el estilo vintage. Ya sea por su estética nostálgica o por su durabilidad, las maletas vintage y otros accesorios retro están regresando con fuerza. Sumérgete en la elegancia y el encanto de lo antiguo mientras te preparas para tu próxima aventura.

La Magia de una Libreta Bonita en tu Viaje

Una de las primeras cosas que todo viajero necesita es una libreta bonita. No cualquier libreta, sino un cuaderno de viaje vintage que inspire a escribir tus pensamientos y experiencias. Imagina estar sentado en un café parisino, sacando tu bloc de notas de cuero con un estilo clásico que evoca historias de Hemingway y Fitzgerald.

Un cuaderno de viaje no solo es un lugar para anotar itinerarios y direcciones; es un tesoro de recuerdos, un lugar donde cada página representa una nueva aventura. Y si además está hecho de cuero, le añade un toque de sofisticación que ningún otro material puede ofrecer.

«La memoria es el diario que todos llevamos con nosotros». – Oscar Wilde

La Bolsa de Viaje Vintage: Tu Compañera Perfecta

¿Qué sería de un viaje sin una buena bolsa de viaje? Las bolsas de viaje vintage no solo son prácticas, sino que también tienen un estilo único que no se encuentra en las bolsas modernas. Hechas de materiales resistentes como cuero y lona, estas bolsas están diseñadas para durar y resistir el paso del tiempo.

La Greenburry Bolsa de viaje vintage de cáñamo, por ejemplo, no solo es ecológica, sino que también tiene un diseño robusto y atractivo. Ideal para aquellos que buscan combinar estilo y sostenibilidad.

Maletas que Cuentan Historias y MAS COSAS PARA UN BUEN VIAJE VINTAGE

Las maletas de viaje vintage son más que simples contenedores para tus pertenencias. Cada arañazo y marca cuenta una historia, cada etiqueta de hotel o aeropuerto es un recuerdo de lugares lejanos.

«Viajar es la única cosa que compras que te hace más rico».

Desde la maleta antigua de cuero marrón hasta la maleta rígida pequeña vintage, cada una tiene su propia personalidad y carácter. Las maletas retro no solo son funcionales sino también piezas de conversación, evocando tiempos pasados y aventuras exóticas.

Regalos Perfectos para los Amantes de lo Retro

Para aquellos que buscan el regalo perfecto, un diario de viaje vintage de cuero o un álbum de fotos DIY son opciones excepcionales. Estos artículos no solo son hermosos sino también funcionales, permitiendo a los viajeros capturar y preservar sus recuerdos de una manera elegante.

«No viajamos para escapar de la vida, sino para que la vida no se nos escape».

La Tendencia Retro: Más que una Moda

El resurgimiento de los accesorios de viaje vintage no es solo una moda pasajera. Es una declaración de amor por lo duradero, lo bien hecho y lo clásico. En un mundo donde todo es desechable, estos artículos nos recuerdan la importancia de la calidad y el cuidado en los detalles.

Las maletas de colección y otros accesorios retro nos permiten viajar con un sentido de propósito y estilo, recordándonos que el viaje es tan importante como el destino.

«El mundo es un libro y aquellos que no viajan solo leen una página». – San Agustín

¿Qué recuerdos y aventuras podrías capturar en un cuaderno de viaje vintage? ¿Cómo cambiaría tu experiencia de viaje con una maleta que tiene tanta historia como los lugares que visitas?

Las maletas y accesorios vintage no son solo objetos; son compañeros de viaje, portadores de historias y símbolos de un tiempo en que cada viaje era una aventura por descubrir. Así que, la próxima vez que prepares tu equipaje, considera llevar contigo un pedazo del pasado para hacer que tu viaje sea inolvidable. 🌍🚂

Cheap Trick y el secreto de un rock clásico que nunca muere

Cheap Trick y el secreto de un rock clásico que nunca muere ¿Cómo Cheap Trick convierte el sonido retro en música atemporal?

Estamos en agosto de 2025 y suena CHEAP TRICK en mis auriculares 🎸. La noticia todavía retumba: la banda legendaria lanza “All Washed Up”, su vigésimo primer álbum de estudio, y lo hace con la misma desfachatez de siempre, con riffs que parecen salidos de un garaje de los setenta y un aire psicodélico que destila clara Beatles influence. Escucho “Twelve Gates”, su primer single, y siento ese cosquilleo de cuando algo suena viejo y nuevo a la vez, como si alguien hubiera abierto un cofre enterrado hace décadas y, en vez de polvo, lo que saliera fuera electricidad pura.

Lo digo sin rodeos: CHEAP TRICK nunca jugó a ser modernos. Su sonido retro no es disfraz, es ADN. Y ahí está la gracia: en un mundo obsesionado con lo inmediato, ellos insisten en trabajar el tiempo como si fuera arcilla, moldeándolo a su antojo.

Beatles influence: cuando la psicodelia se convierte en lenguaje

Hace tiempo que noté una cosa curiosa. Las bandas que sobreviven décadas no lo hacen imitando modas, sino reinterpretando tradiciones. En el caso de CHEAP TRICK, esa tradición viene marcada por los Beatles. No hablo del cliché barato de “todos vienen de los Beatles”, sino de la psicodelia como vocabulario musical: armonías que se abren como flores, paneos de guitarra que juegan con el espacio, melodías que parecen flotar un segundo antes de aterrizar en el riff.

“Twelve Gates” lo deja claro: el grupo se apropia de ese brillo sesentero y lo mezcla con la pegada de su rock clásico setentero. El resultado no es un pastiche: es un puente. Un tema que suena bien tanto en una playlist de vintage rock como en un vinilo recién prensado, donde el chisporroteo de la aguja se convierte en parte de la experiencia.

“La psicodelia no es disfraz: es color que resiste al tiempo.”

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Origen: Cheap Trick presentan su nuevo álbum con ‘Twelve Gates’ – RockZone

Por qué CHEAP TRICK sigue vigente después de 20 discos

Robin Zander, con la voz curtida pero aún brillante, lo resume mejor que cualquier crítico: “Es Cheap Trick. Suena como nosotros. Tiene cosas buenas, malas y feas, como todos nuestros discos.” Esa franqueza es oro. No hay marketing que pueda inventarse esa clase de honestidad.

El secreto de su vigencia no es misterio, es disciplina. Canciones con identidad, títulos irresistibles como “The Riff That Won’t Quit” o “Wham Boom Bang”, una base melódica reconocible y esa mezcla de energía juvenil con madurez interpretativa. Son lo que fueron en los setenta, pero con la experiencia de haber sobrevivido a todo lo que el negocio de la música puede tirarles encima.

Lo pienso así: mientras otras bandas se disuelven intentando complacer al mercado, CHEAP TRICK se mantiene porque jamás han roto su contrato original con su propio sonido.


Producción analógica y el pulso del sonido retro

Julian Raymond, en la producción, es un alquimista que sabe dónde dejar respirar a las canciones. No comprime la vida fuera de los instrumentos; los deja sonar como lo harían en una sala, con baterías que respiran y guitarras que brillan con saturación armónica. Eso es producción analógica en espíritu, aunque conviva con lo digital.

Y luego está Chris Lord-Alge, un nombre que se asocia con pegada. Su mezcla es quirúrgica: bajos redondos, cajas con golpe seco, voces que flotan sin perder naturalidad. Es el equilibrio justo entre lo retro y lo contemporáneo. Escuchar “Twelve Gates” en auriculares modernos o en un viejo tocadiscos Technics produce experiencias distintas, pero ambas válidas. Ese es el truco: sonar clásico sin sonar antiguo.

“El secreto no está en sonar viejo, sino en sonar eterno.”


Cómo se adapta una banda legendaria sin perder esencia

La adaptación de CHEAP TRICK es menos camaleónica y más tozuda. Ellos no cambian de piel, ajustan los matices. El setlist de cada gira combina los clásicos con el material nuevo, de modo que el público joven encuentra algo fresco y los veteranos reconocen la voz del pasado. Las colaboraciones con productores afines a su estética completan el círculo.

Es una estrategia casi empresarial: coherencia de marca. La gente compra un disco de CHEAP TRICK sabiendo qué esperar, y lo recibe con la seguridad de que, aunque haya sorpresas, nunca habrá traición.


El arte gráfico como ritual en la era del vinilo

No puedo evitar hablar del vinilo. En tiempos en que las playlists gobiernan, un LP bien editado es casi un acto de rebeldía. Y ahí CHEAP TRICK juega con ventaja: siempre cuidaron la portada, siempre entendieron que una imagen podía anticipar el sonido.

“All Washed Up” promete ediciones en vinilo con arte expandido, prensajes en colores y tipografías que huelen a imprenta. No es fetichismo: es la prolongación física de un sonido pensado en clave vintage. Cuando sostienes ese cartón, no solo escuchas con los oídos, también con las manos y con la vista.

Como dice el viejo refrán: “Lo que entra por los ojos, suena mejor en el corazón.”


Rock clásico y psicodelia hoy: un idioma que no caduca

Me pregunto por qué el rock clásico sigue volviendo una y otra vez. La respuesta es simple: porque es un idioma que todos entendemos. Sus progresiones nos resultan familiares, sus riffs despiertan recuerdos incluso en quienes no vivieron esa época.

La psicodelia beatle añade el condimento perfecto: arreglos vocales inesperados, giros de puente que iluminan una canción, colores que sorprenden sin alejarse demasiado de la melodía. CHEAP TRICK domina esa alquimia y la presenta sin miedo a sonar atemporal. En un mundo que produce canciones desechables, ese gesto es casi un acto de resistencia.


El tracklist como narrativa

Un álbum de CHEAP TRICK no es solo una colección de canciones, es una dramaturgia. Desde el título agresivo de “The Riff That Won’t Quit” hasta el guiño explosivo de “Wham Boom Bang”, el recorrido está diseñado para que lo escuches completo, como se escuchaban los LP en otra época. No es casualidad: siguen pensando en lados A y B, en respiraciones entre canciones, en cierres que saben a despedida.

“All Washed Up” se presenta así como una experiencia, no un simple playlist. Y eso lo convierte en un objeto cultural antes que en un producto digital.


Escuchar “Twelve Gates”: brillo y grano

En mi primera escucha del single, lo que más me atrapó fue el contraste. Las guitarras tienen compresión cálida, pero dejan pasar el aire de las cuerdas. El bajo ruge con un grano amable, de esos que hacen vibrar el pecho sin destrozar el oído. La voz de Zander sigue ahí, con ese filo entre la dulzura y la urgencia.

Es un tema que se adapta a cualquier escenario: puede sonar en una emisora de rock clásico, en un bar con tocadiscos o en un altavoz portátil de verano. Eso es lo que distingue a una banda legendaria de una moda pasajera.


Mirada al mañana con guiño vintage

“All Washed Up”. Vaya título. Podría sonar a epitafio, pero es más bien una broma. Porque si hay algo claro es que CHEAP TRICK no está acabado, ni lavado, ni agotado. Al contrario: parecen disfrutar del guiño irónico mientras entregan un disco que late con fuerza.

Lo que siento es que este álbum será un puente: los veteranos encontrarán aquí el eco de su juventud y los jóvenes, cansados de lo efímero, descubrirán que hay música que se queda para siempre. Y cuando caiga la aguja en el primer surco, ese leve chasquido inicial nos recordará que el futuro del rock también se escribe con polvo de vinilo.


Cheap Trick demuestra que el rock clásico puede ser futuro

La producción analógica mantiene vivo el sonido retro


Y ahora la gran pregunta: ¿seguirá CHEAP TRICK lanzando discos dentro de diez años, o este será el álbum con el que firmen su último gran capítulo? 🎶

El secreto del turismo premium en Ibiza y Formentera

Ibiza, el futuro de lujo inesperado que mezcla vanguardia y nostalgia. El secreto mejor guardado del turismo premium en Ibiza y Formentera.

Estamos en el verano de 2025 en el archipiélago balear, donde el lujo y la sensualidad conviven con la misma naturalidad que el mar y la arena. En medio de esta atmósfera hedonista, si buscamos putas ibiza vemos que se han convertido en parte de un imaginario que va mucho más allá del turismo convencional: son piezas de un engranaje secreto que alimenta el mito de la isla. La mezcla entre exclusividad y deseo late en cada rincón, desde las mansiones privadas hasta los clubs que nunca duermen. Aquí nada se vive a medias, y la intensidad se respira en cada gesto, en cada servicio, en cada instante que parece diseñado para no repetirse jamás.

Si en el corazón cosmopolita la fantasía se despliega en la búsqueda de putas playa d’en bossa, en la calma íntima de las islas vecinas se escribe otro relato. Formentera, con su aire más salvaje y sus paisajes que parecen sacados de un sueño mediterráneo, ofrece la compañía exclusiva en escorts formentera y la sofisticación irresistible de escort formentera. Entre playas escondidas y cenas bajo las estrellas, la experiencia se transforma en un lujo secreto, en un juego de miradas y silencios que hace del deseo una parte inseparable del propio viaje.

Ibiza futuro de lujo no es un eslogan vacío; es la realidad palpable de quienes pisan estas tierras. Cada rincón parece diseñado para probar hasta dónde puede llegar la imaginación humana cuando el hedonismo se combina con la ingeniería alemana, la artesanía mediterránea y un instinto casi animal por el placer. ¡Un cóctel brutal!

un crucero varado que mira al futuro

En Playa d’en Bossa, THE ONE BY ELEMENTS se levanta como un gigantesco crucero encallado frente al mar. No es un edificio, es una declaración de guerra contra lo mediocre. Lo visito y me sorprende la precisión quirúrgica de sus detalles: terrazas que actúan como ventanas hacia un infinito azul, garajes subterráneos con bicicletas eléctricas esperando obedientes, y un sistema climático que recuerda a los experimentos utópicos de los años sesenta.

Ibiza, el futuro de lujo inesperado que mezcla vanguardia y nostalgia. El secreto mejor guardado del turismo premium en Ibiza y Formentera.
Ibiza, el futuro de lujo inesperado que mezcla vanguardia y nostalgia. El secreto mejor guardado del turismo premium en Ibiza y Formentera.

Los apartamentos numerados del ONE al TWELVE parecen un guiño al tiempo, como si cada número fuese una cápsula en la que se puede guardar un presente eterno. Es el tipo de lugar en el que uno imagina a un millonario alemán escribiendo poesía mientras contempla el horizonte, con un Martini en la mano y la certeza de que el futuro se puede domar.

“El lujo del mañana será invisible, pero dejará huella en cada respiración”.

los mayordomos digitales que leen la mente

Me adentro en la trastienda de la hospitalidad premium y descubro que los mayordomos de antaño ya no llevan guantes blancos, ahora son algoritmos que entienden mejor que tú mismo lo que deseas. Ibiza Luxury Concierge, Faith Ibiza o The Specialists son solo algunos nombres de este nuevo Olimpo de servicios.

Me cuentan que sus plataformas trabajan como ecosistemas vivos: un día contratas un bodyguard con licencia C.P.S., al siguiente un chef con estrella, y al tercero un catamarán que ya te espera con champagne frío. Pero lo sorprendente no es eso. Lo sorprendente es cómo estas aplicaciones aprenden de tus caprichos y anticipan tus antojos con la precisión de un amante que conoce todos tus secretos.

El concierge del futuro ya no es un hombre, ni una mujer, ni siquiera un rostro. Es un fantasma digital elegante que acompaña sin molestar y que recuerda mejor que tú qué te gusta desayunar cuando llegas a Ibiza.

la nostalgia rueda sobre ruedas

Nada me prepara para lo que siento cuando veo un Jaguar MKV de 1950 recorrer las carreteras de la isla. IbizaVipBus lo ha rescatado del pasado para que se convierta en el carruaje de bodas más poético que uno pueda imaginar. El rugido suave del motor restaurado es pura música vintage.

Black Diamond Ibiza, por su parte, mezcla Lamborghinis Huracán con Mercedes clásicos, como si quisiera probar cuánto puede resistir el corazón humano entre la adrenalina del futuro y el refinamiento del ayer. Exclusive Rental Cars ofrece más de cien vehículos, desde Ferraris hasta Jeep Wranglers personalizados. Y yo me pregunto, ¿qué sentido tiene elegir cuando la isla te obliga a probarlo todo?

“En Ibiza conducir no es transporte, es un ritual de iniciación”.

la isla inteligente que respira

Luego está el proyecto Ibiza Smart Island, un entramado de sensores, cámaras y datos que parece sacado de un laboratorio secreto. Más de 5 millones de euros invertidos, 23 sensores ambientales y un ejército de algoritmos que vigilan playas, aguas, aparcamientos y hasta el aliento de las posidonias bajo el mar.

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Algunos dicen que el plan está retrasado, que la burocracia lo frena. Yo digo que la espera es parte de la tensión, como cuando en una fiesta alguien tarda demasiado en poner la canción que todos esperan. El resultado será un ecosistema invisible que te dirá en tiempo real si la playa que quieres visitar está llena, si el agua está limpia o si hay sitio para tu coche. Y lo hará sin que apenas lo notes.

formentera el laboratorio secreto

Mientras tanto, Formentera juega a ser el hermano menor que se vuelve sabio. Allí los hoteles como Dunas apuestan por paneles solares y regeneración de agua. El proyecto formentera.eco ha reducido tráfico y multiplicado bicicletas, demostrando que en una isla pequeña se puede ensayar un futuro más humano.

Teranka, con su arquitectura de piedra, madera y minimalismo mediterráneo, parece diseñado para quienes buscan la pureza sin artificios. Una postal contemporánea que, sin embargo, recuerda a las casas de los abuelos donde la sombra de una higuera valía más que cualquier tecnología.

cuando ibiza se convierte en capital tecnológica

De pronto, la fiesta da un giro inesperado: en un mismo lugar coinciden IBM, BlackRock, AWS, Telefónica y decenas de emprendedores. Es el Ibiza Tech Forum, que ya no es un evento, sino un termómetro de cómo la isla se ha convertido en el epicentro de ideas que se mueven como rayos. Blockchain, ciberseguridad, fintech, inteligencia artificial… palabras que aquí suenan con música de fondo y olor a salitre.

No es casualidad que ministerios de varios países pongan sus ojos en la isla. Ibiza no es solo un destino turístico, es una promesa de futuro europeo con acento mediterráneo.

el lujo como experiencia total

El Grupo Empresas Matutes prepara Ibiza Gallery, un espacio que huele a boutique, sabe a gastronomía y se siente como un club privado. Veinte marcas de lujo, desde Cavalli hasta la primera tienda independiente de The Attico, se mezclan con la cocina teatral de Gordon Ramsay y la experiencia inmersiva de Sublimotion.

El lujo aquí ya no es una prenda o un plato. Es la suma de estímulos: moda, arte, tecnología y marinas con servicios para superyates. Una sinfonía de excesos medidos con compás perfecto.

la inteligencia artificial como cómplice

Las investigaciones recientes lo confirman: los chatbots ya no son simples asistentes, son cómplices de viaje. En hoteles de 3, 4 y 5 estrellas, la IA se encarga de reservas, de organizar excursiones y de aprender con cada interacción. Lo hace con un objetivo claro: que el cliente sienta que todo fue pensado solo para él.

El lujo, después de todo, siempre ha consistido en eso: en creer que el mundo entero se ajusta a tus deseos como un guante.


“El futuro no llega con ruido, llega con el susurro de un Jaguar eléctrico al atardecer”


Mientras escribo estas líneas, el sol se derrite en el horizonte de Ses Salines y me pregunto qué será lo próximo. ¿Un yate que te lea la mente? ¿Un hotel que adapte su arquitectura a tu estado de ánimo? ¿O quizás una Ibiza que logre, al fin, que el tiempo se detenga de verdad?

La respuesta, como siempre en estas islas, está en el aire salado y en la certeza de que algunos secretos solo se revelan a quienes saben mirar.

Porsche Singer domestica las carreteras alpinas

El verano suizo que todo amante de los Porsche sueña vivir

¿Puede un Porsche Singer domesticar las carreteras alpinas?

Estamos en pleno verano, y las montañas suizas parecen pintadas a mano por un artista obsesionado con la precisión. El aire es limpio, casi afilado. Las carreteras del corazón alpino están libres de nieve y cargadas de promesas, y para quienes aman conducir, esto es como si el mundo decidiera, por unos días, convertirse en una pista personal. Este año, en un arrebato de esas decisiones que nacen más del corazón que de la agenda, hemos dado forma a una idea que llevaba tiempo rondándonos: reunir a un grupo de Porsche 911 Reimagined by Singer para vivir el que quizás sea el mejor verano posible sobre cuatro ruedas.

No fue un evento abierto al azar ni una concentración cualquiera. Tenía algo de conspiración amable, de reunión secreta en la que todos compartíamos un mismo vicio: el amor por el detalle y por el rugido contenido de un motor que, cuando se libera, corta el aire como una navaja. Con The Brecon Hotel en Adelboden como base, un refugio perfecto entre picos y praderas, la experiencia empezó incluso antes de encender el motor. Un buen café, el eco de las montañas entrando por la ventana y la certeza de que el día iba a ser largo, intenso y lleno de curvas.

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Túneles, curvas y esa sensación de infinito

Con la ayuda de SIC Carage y Doerr Group, trazamos rutas que tenían una obsesión muy particular: incluir la mayor cantidad de túneles posible. Y no es casualidad. Hay algo casi místico en escuchar un flat-six de Singer rugir dentro de un túnel alpino. El sonido se expande, rebota en las paredes y se multiplica hasta que no sabes si el latido que escuchas es del motor o de tu propio pecho. Cada túnel era un nuevo escenario, un eco que nos recordaba por qué estábamos allí.

En el exterior, las carreteras parecían diseñadas para el placer de conducir. Asfalto impecable, horquillas que parecían dibujadas con compás, vistas que obligaban a elegir entre mirar la carretera o rendirse a la belleza del paisaje. Y allí, en medio de esa postal, los 911 Reimagined by Singer brillaban como joyas móviles, cada uno con su propia personalidad, pero todos compartiendo el mismo ADN de obsesión por la perfección.

«No hay mejor espejo para un coche que una montaña.»

El carácter Singer en tierra de relojeros

Suiza es famosa por sus relojes, y de alguna forma, Singer comparte esa misma filosofía: cada pieza, cada ajuste, cada material parece pensado con la paciencia de un maestro relojero. La diferencia es que aquí, en vez de marcar las horas, marcamos las curvas. Y cada curva tenía su propia historia: algunas suaves como un vals, otras cerradas como un secreto que se resiste a ser contado.

Adelboden, con su mezcla de calma y aventura, fue el centro de operaciones perfecto. Desde allí, salíamos en pequeñas expediciones que parecían salidas de una novela de viajes, siempre buscando ese tramo que nos hiciera olvidar que existía algo más allá de un volante, un acelerador y el murmullo lejano de los glaciares.

«Conducir aquí no es llegar a un destino, es perderse en el camino.»

Más que coches, una excusa para vivir

Puede que, a simple vista, este tipo de experiencias se reduzcan a coches bonitos y paisajes de postal. Pero cualquiera que haya estado allí sabe que no es así. Es la camaradería en las paradas improvisadas, el intercambio de historias junto a un café humeante, la risa cuando alguien confiesa que tomó una curva demasiado rápido “solo para ver qué pasaba”. Es la suma de momentos pequeños que, juntos, forman algo mucho más grande que un viaje.

Singer no tiene la intención de competir con nadie en este terreno. No busca ser otra marca más en un calendario saturado de eventos automovilísticos. Lo que se ofrece aquí es algo más íntimo, más personal. Un recordatorio de que, a veces, el lujo no está en tener más, sino en vivir mejor.

El eco que queda

Cuando la jornada terminaba y los coches descansaban frente al hotel, quedaba ese silencio raro de las montañas, roto solo por alguna campana lejana de vacas. Un silencio que, curiosamente, estaba lleno del ruido que habíamos vivido durante el día. El rugido en los túneles, el viento en la cara, la conversación sin prisa de quienes comparten una pasión.

En el fondo, lo que se vivió en esas carreteras alpinas no fue solo un viaje. Fue un diálogo entre el hombre, la máquina y la montaña. Un momento suspendido en el que la carretera parecía no tener fin y en el que el tiempo, como un buen reloj suizo, se tomaba la molestia de avanzar un poco más despacio.

¿Y si el próximo verano ese rugido vuelve a despertar a los túneles? ¿O si la montaña decide que esta vez quiere probar otro tipo de coches? Lo único seguro es que, cuando el asfalto vuelva a estar libre de nieve, habrá alguien esperando para recorrerlo, con la misma mezcla de expectación y respeto que se siente antes de abrir un regalo que sabes que vas a recordar siempre.

Steampunk hoy vive en Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta

¿Por qué el STEAMPUNK nunca pasa de moda en 2025? Steampunk hoy vive en Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta

Estamos en el verano de 2025, en pleno corazón de una estética que jamás envejece. El steampunk, con su engranaje oxidado y su visión luminosa del pasado, sigue creando templos temporales en lugares que uno no esperaría. No son capitales del diseño ni mecas del arte contemporáneo. Son rincones con alma, historia y algo más importante: comunidad. Epsom, Moody Gardens, Waltham Common y Dragon Con en Atlanta son ya más que puntos en un mapa. Son nodos de un lenguaje visual y cultural que convierte la nostalgia en combustible de futuro. 🚂⚙️

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Origen: Moody Gardens (@moodygardens) • Instagram reel

La escuela inglesa del engranaje: Epsom como ensayo general permanente

Hace tiempo, una reunión en un salón de Stoneleigh con aires de club de ciencia victoriano se convirtió en algo más. The Surrey Steampunk Convivial, que suena a ritual secreto o a bebida con burbujas y mostaza, ha logrado lo que muchos eventos envidian: permanencia y personalidad. Tres o cuatro veces al año, Epsom se transforma. Se llena de inventores de salón, de profesores locos que venden goggles hechos a mano y de duelistas de té con sombreros imposibles.

Su encanto no es casual. Está curado con precisión británica: humor irónico, cercanía, agilidad en el formato y, sobre todo, continuidad. No hay que esperar un año para volver: su calendario cíclico permite a vendors, artesanos y makers organizarse como si fuera una pasarela estable de lo imposible.

“Somos el evento steampunk más largo de Stoneleigh”, dicen entre risas. Y eso no es solo un chiste. Es identidad de marca. Es metacomentario. Es la manera en que un sombrero con engranajes puede ser un manifiesto sin abrir la boca.


Galveston y su parque de realidades imposibles

A 8,000 kilómetros de Epsom, Moody Gardens en Galveston no organiza un festival. Organiza un simulacro de realidad alternativa. Durante tres días, la ciudad se pliega en capas: un pub crawl por calles del siglo XIX, un parque temático de ciencia decimonónica y una mansión sureña donde se juega al parasol como si fuera una partida de rol.

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Lo que ocurre en Moody Gardens entre las 12:00 y las 21:00 no tiene desperdicio: bobinas Tesla que parecen salidas de un videoclip de Daft Punk, carreras de teteras motorizadas, high tea con funambulistas, circo aéreo y una aventura interactiva basada en “20,000 leguas de viaje submarino”. Todo esto suena exagerado. Hasta que estás allí. Entonces todo tiene sentido.

Y aún queda el domingo: League Kempner Mansion se convierte en un museo viviente donde se enseñan juegos victorianos, se pasean modelos T, se cruzan espadas de mentira con tacitas de porcelana y se comprende, de golpe, que la estética es también pedagogía. El XIX es una escuela. Una escuela muy divertida.

“No es nostalgia, es diseño de mundo”, escucho decir a una organizadora. Y tiene razón. Galveston no mira atrás: traduce.


Waltham Common: la relojería como coreografía urbana

Hay algo profundamente correcto en que el steampunk ocupe una plaza llamada Waltham Common. Aquí, la ciudad no solo presta el espacio: presta su pasado. Watch City, como le llaman a este evento gratuito en Massachusetts, se alza en medio de una herencia relojera que vuelve a latir con engranajes de cosplay, props hechos a mano y combates de robots.

Un solo día. Sesenta puestos. Una temática deliciosa: “Monsters on the Loose”. Y sin embargo, lo más valioso no está en los números, sino en la lógica de acceso. Aquí, la gratuidad es una decisión política (sí, política con minúscula). Abre el campo. Lo democratiza. Permite que quien nunca ha visto un corsé de cobre pueda tocarlos todos. Que los niños entren sin pagar entrada, y salgan con sueños de construir autómatas.

Los artistas rotan, los escenarios se expanden, y Revolution Makerspace regresa con su brutal “robot combat” como quien vuelve a casa. Aquí, todo el mundo es nuevo, aunque repita. Porque la pregunta que flota es simple: ¿y si…? ¿Y si el mundo hubiese tomado otro rumbo? ¿Y si el vapor hubiese ganado?

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Dragon Con: escala, exceso y engranajes a lo grande

Luego está Atlanta, donde la escala rompe moldes y el steampunk se cuela en los pliegues de Dragon Con, una megaestructura geek que tiene más tracks que una universidad y más corsés que una tienda gótica de Camden.

No es un evento exclusivamente steampunk. Pero, ¡ah, si lo supieran! Los talleres, los desfiles, los stands, los gadgets, la corsetería de precisión, los goggles con sensores y las joyas mecánicas. Todo está allí. La pista de Historia Alternativa concentra lo específico, pero la comunidad extiende sus tentáculos por los hoteles, los pasillos, los ascensores y hasta las cafeterías.

Para marcas y diseñadores, esto no es una feria: es una pasarela. Un laboratorio. Un plató. Aquí, lo que se exhibe se vende, y lo que se vende se documenta. Es la macroestructura donde las ideas toman forma industrial sin perder el alma artesanal.

“Aquí se ve el futuro con pomos de bronce”, murmura un vendedor mientras vende goggles con microcontroladores integrados.


“El vapor nunca fue una tecnología. Fue una forma de pensar”

“El XIX no murió. Se escondió en un callejón y aprendió a programar”

“Lo retro no envejece si lo alimentas con historia y chispa”


Qué gana una marca hoy con el steampunk como aliado

Marcas pequeñas y grandes tienen en estas plataformas oportunidades únicas: pueden lanzar prototipos en Moody Gardens con máxima visibilidad, alinear sus drops con el calendario estable de Epsom, generar fidelidad educativa patrocinando laboratorios en Waltham Common y escalar en presencia mediática desde la red comercial de Dragon Con.

En cada caso, la clave está en entender el lenguaje. Aquí no basta con ponerle engranajes a un reloj digital. Se trata de fabricar sentido. Y emoción. Algo que, curiosamente, en estos tiempos, no caduca.


Mirada al mañana con tornillos sueltos (y cables bien soldados)

Sigo el mapa de Epsom, Galveston, Waltham y Atlanta como quien sigue las coordenadas de un tesoro. Porque en cada festival steampunk, hay un modelo de futuro más sensato que muchos laboratorios.

Quizá lo próximo no sea el metaverso, sino un gabinete de curiosidades háptico, con Bobinas Tesla como pistas, corsés que respiran, goggles con biosensores y etiquetas victorianas como reglas del juego.

Quizá el futuro necesite más pasado. O al menos, más humor con galones dorados.

¿Y tú? ¿Ya engrasaste tu máquina del tiempo o sigues usando el calendario?

¿Manchas de vaqueros en cuero? la solución definitiva

¿Manchas de vaqueros en cuero? Esta es la solución definitiva El tinte azul no perdona pero el cuero tampoco olvida

Estamos en agosto de 2025, y como cada verano, los vaqueros vuelven a marcar territorio en los asientos de cuero más claros. La escena es conocida: te bajas del coche y ahí está, esa sombra azulada que no estaba por la mañana. ¿Suciedad? No. Es transferencia de tinte. Y aunque parezca eterna, hay formas eficaces de afrontarla. Cómo eliminar las manchas de vaqueros no es solo una cuestión de estética, sino de respeto por ese material noble que tantos placeres nos da al conducir.

He probado técnicas, productos y fórmulas casi mágicas, pero también he aprendido —a veces con desgastes irreparables— que el cuero no perdona errores. Y si hay algo claro es esto: quien sabe cómo eliminar las manchas de vaqueros con método, cariño y los productos adecuados, alarga no solo la vida del cuero, sino la del propio coche. Porque un asiento manchado no solo ensucia: arruina.

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¿Has visto alguna vez el asiento de un coche parecerse más a unos jeans desteñidos que a un lujoso interior? Entonces ya sabes de lo que hablo. Esos “transfer” azulados que se adhieren al cuero no son producto de una mala limpieza, sino del roce constante, del calor corporal y de ese tinte rebelde que llevan los vaqueros. No, no es suciedad superficial. Es química. Pero también es una batalla que se puede ganar si uno elige bien sus armas.

El cuero grita cuando lo limpias mal”, me dijo una vez un detailer con más horas de limpieza que de sueño. Y tenía razón. Porque en el mundo del detailing automotriz, no todo lo que espuma limpia, ni todo lo que huele a “nuevo” salva.

El drama azul del cuero blanco

Lo que empieza como una ligera sombra en el costado del asiento del conductor termina por convertirse en una invasión azulada. Pero no te confundas: esas manchas de vaqueros en cuero no son mugre de andar por casa. Son transferencias químicas, micro-tintes que se incrustan en el acabado del cuero, especialmente si no está protegido o hidratado.

Hace tiempo aprendí por las malas que un limpiador APC multiusos y alcalino puede hacer más daño que bien: reseca, borra el acabado y deja al cuero indefenso. Por eso, cuando el asiento de mi viejo coupé alemán empezó a parecer una mezclilla lavada, decidí pasar del drama al método. Y el método empieza con una regla de oro: usa solo limpiadores específicos para cuero y con pH equilibrado.

No frotes con rabia, frota con cabeza” —esa es otra máxima. Porque lo que de verdad importa aquí es el orden: aspirar, aplicar, trabajar con mimo y proteger después. Como una buena relación: primero limpias heridas, luego das cariño y al final, te aseguras de que no vuelvan a doler.

El secreto está en el trío

Después de muchos botes medio usados y experimentos fallidos, me quedé con tres productos que ya no abandono. Cada uno tiene su carácter, como si fueran los tres mosqueteros del cuero limpio.

Duragloss Leather Shampoo, con su aroma clásico y textura untuosa, limpia con suavidad pero sin perdonar. Es como un barbero veterano: sabe lo que hace, tiene años de oficio y jamás reseca la piel. La lanolina y el aceite de visón son como sus manos: limpian mientras cuidan.

Después viene Mothers Leather Cleaner, ese americano disciplinado que lo hace todo paso a paso. Pulveriza, penetra, levanta el tinte y se retira sin quejas. Funciona especialmente bien cuando los jeans han dejado huella, pero sin romper la elegancia del acabado original.

Y por último, el más moderno pero igual de eficaz: Good Stuff Leather Cleaner. Espuma ligera, aroma envolvente y resultados inmediatos. Ideal para los que, como yo, a veces esperan hasta que la mancha les habla para actuar. Su aplicación es simple, pero detrás tiene ciencia: pH neutro, agentes despegantes y cero agresividad.

“Quien limpia bien, protege mejor”

La clave, siempre, está en proteger después de limpiar. Porque el cuero, como cualquier piel que se respete, necesita volver a hidratarse. Acondicionar tras cada limpieza es como darle una copa de vino después de una jornada dura: lo relaja, lo mantiene joven y previene futuros disgustos.

Y si el miedo a nuevas manchas te persigue, los selladores específicos para cuero son tu escudo invisible. No todos los coches lo traen de fábrica, pero todos lo necesitan si se quieren evitar tragedias teñidas.

Cuando la limpieza no basta

Por más que uno lo intente, hay veces en que el “dye transfer” ha llegado demasiado lejos. Si el tinte ha penetrado más allá del top coat o si el cuero ya muestra zonas desgastadas, no hay limpiador que salve. Toca acudir al cirujano: restauración profesional o repintado. Lo bueno es que, si has seguido la rutina correcta desde el principio, rara vez llegarás a ese punto.

“Lo barato mancha, lo correcto conserva”. Porque un cuero bien mantenido envejece con clase, como un buen libro de tapas duras que cada año huele mejor.

Memorias de un asiento fiel

Recuerdo el primer coche que limpié por amor y no por necesidad. Era un sedán de los noventa, con cuero beige y alma cansada. El respaldo izquierdo tenía la huella azul de unos vaqueros muy usados. Tardé una hora entera en borrarla. Pero cuando lo logré, el asiento pareció sonreír. Sí, el cuero también tiene memoria. Y agradece.

Qué viene después del “transfer”

Mirando hacia adelante, ya hay marcas que trabajan en acabados más resistentes a estas manchas. Coatings cerámicos, tratamientos hidrofóbicos que repelen tintes y grasas, y texturas que imitan el cuero clásico sin su fragilidad. Aún así, nada reemplaza el placer de cuidar el cuero con tus propias manos.

Porque no se trata solo de limpiar. Es casi un ritual. Espuma, cepillo, microfibra… y ese suspiro al ver el azul desaparecer como si nunca hubiera estado allí.


“El cuero envejece con dignidad si se le respeta”


La limpieza no es solo estética, es memoria

Las manchas de vaqueros en cuero son más que suciedad. Son historia, fricción, contacto humano. Pero también son un reto para los que queremos mantener el carácter original de nuestros coches, ese aroma a clásico bien cuidado que solo da el cuero real.

Con herramientas adecuadas, productos bien seleccionados y un poco de paciencia, se puede borrar lo superficial sin borrar lo esencial.

¿Y tú, qué historias guarda tu asiento de cuero? Cuántas marcas son tuyas y cuántas quieres dejar atrás? Porque limpiar también es elegir qué recuerdos conservar.


“Cuero limpio, alma intacta”

¿Estás listo para borrar el azul sin perder el alma?

¿Puede un VINO VINTAGE conquistar todos los gustos?

El misterio eterno del VINO VINTAGE que divide a los paladares ¿Puede un VINO VINTAGE conquistar todos los gustos?

Es el atardecer de un otoño cualquiera en una terraza olvidada de un pueblo mediterráneo. En la mesa, una copa de vino vintage brilla con la luz cálida del sol y me recuerda que, al final, todo se reduce a un sorbo… y a lo que ese sorbo despierta en uno. Un vino seco, semiseco o dulce no es solo una etiqueta: es un pacto silencioso entre quien lo bebe y la historia líquida que se esconde en la botella. Y como todo pacto, encierra secretos, malentendidos y hasta alguna traición.

La primera vez que intenté explicar la diferencia entre un vino seco y uno dulce, lo hice con la torpeza de quien confunde la sal con el azúcar. Me lancé a decir que el dulce era “más amable” y el seco “más serio”, hasta que un bodeguero viejo, con más años que la viña que cultivaba, me cortó en seco: “El vino no es amable ni serio. Es honesto. Y el azúcar residual es su confesión más íntima”.

Ahí entendí que el azúcar que queda tras la fermentación —ese azúcar residual— no es un mero capricho, sino la brújula que orienta el alma de cada copa, como bien detalla la Guía de vinos de la OIV sobre los estilos y su clasificación.

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Origen: Diferencias Entre Vino Seco, Semiseco Y Dulce

El seco, el que no perdona

El vino seco es un francotirador del paladar. No se esconde tras dulzores ni engaños. La fermentación consume casi todo el azúcar natural de la uva y lo transforma en alcohol, dejando tras de sí un perfil desnudo, directo, donde la acidez, las notas minerales e incluso algún amargor se muestran sin maquillaje. Es el vino que no pide disculpas, el que hace brillar una carne jugosa, un pescado delicado o un plato con especias atrevidas. Lo pruebas y no te guiña el ojo: te mira de frente.

«El vino seco no se bebe, se enfrenta».

Y sin embargo, hay quien lo considera demasiado exigente, como un viejo profesor que no acepta excusas ni medias tintas. Ahí es donde aparece su primo intermedio.

El semiseco, el equilibrista

El vino semiseco es como ese amigo que sabe estar en cualquier mesa sin desentonar. Tiene suficiente azúcar residual para acariciar el paladar, pero no tanto como para invadirlo. Es versátil, fácil de maridar y, sobre todo, difícil de odiar. Si el seco es un juez, el semiseco es un diplomático.

A veces pienso que este tipo de vino es un puente entre mundos: el de los que prefieren la sequedad pura y el de quienes se dejan seducir por la dulzura. No tiene el dramatismo del seco ni el descaro del dulce, pero su discreción es su fuerza. Tal y como explican en el Atlas Mundial del Vino de Hugh Johnson, su éxito está en su capacidad para adaptarse a cocinas muy distintas.

El dulce, el seductor sin prisas

El vino dulce es otra historia. Aquí el azúcar residual no se disimula: se celebra. Puede nacer de una vendimia tardía, de uvas pasificadas al sol, de una fermentación interrumpida a propósito o de técnicas más exóticas como la botrytis o la congelación para crear un vino de hielo. Y cada método imprime su carácter.

Lo que resulta en la copa es pura voluptuosidad: aromas intensos, sabores persistentes, texturas que envuelven. Pienso en un Sauternes francés, en un riesling alemán bien frío, en un tinto dulce abrazando un trozo de chocolate negro. Es un vino que no teme ser recordado horas después de haberlo bebido.

«El vino dulce es el único que puede convertir un postre en un recuerdo».

El maridaje como juego de seducción

Elegir entre seco, semiseco o dulce no es una cuestión académica: es un juego de estrategia. Un plato de quesos azules se crece con un dulce, un pescado blanco agradece un seco y un curry especiado encuentra en un semiseco un aliado inesperado. El truco está en conocer qué esperar de cada tipo y dejar que la experiencia —y no la etiqueta— guíe la elección.

Como dijo un viejo refrán que escuché en una bodega perdida:

“Más sabe el vino por viejo que por dulce”

Y así, cada copa se convierte en una pista más para resolver un misterio que, en realidad, no queremos resolver del todo. Porque si algo tiene el vino es esa capacidad de ser siempre una promesa abierta, un brindis hacia algo que aún no ha ocurrido.

Tal vez la verdadera pregunta no sea cuál es mejor, sino: ¿y si la próxima copa que elijas te cambia la forma de mirar el mundo?

 

El eterno embrujo de las comedias románticas clásicas sigue vivo

El eterno embrujo de las comedias románticas clásicas sigue vivo ¿Por qué las comedias románticas clásicas nunca dejan de enamorar?

Estamos en agosto de 2025, en una tarde templada en la que el aire huele a café recién molido y a celuloide antiguo. Las comedias románticas clásicas siguen latiendo en la memoria colectiva como esas canciones que, aunque hayan pasado décadas, nos sabemos de memoria sin querer. Yo lo sé porque las he buscado, las he revisitado, las he visto cambiar de traje —de blanco y negro a 4K—, pero nunca de alma. Y cada vez que me sumerjo en ellas, vuelvo a descubrir lo mismo: el tiempo no les ha robado ni una pizca de encanto.

Las comedias románticas clásicas son como cartas de amor enviadas al futuro sin fecha de caducidad. Es curioso, en pleno auge de la inteligencia artificial y de las plataformas de streaming que predicen tus emociones antes de que las sientas, que sigamos buscando en la pantalla el mismo gesto, la misma mirada, el mismo beso bajo la lluvia.

Y no, no es nostalgia pura y dura. Es que funcionan. Funcionaban en los años cuarenta y funcionan ahora, tanto si la protagonista lleva guantes de encaje como si pilota una nave espacial.

El eco vintage que no deja de resonar

Cuando pienso en títulos como Sucedió una noche, Casablanca o Vacaciones en Roma, me viene esa sensación de estar presenciando una receta perfecta: encuentros fortuitos, diálogos que chispean, malentendidos que enredan y, al final, un instante que lo resuelve todo con una mirada. Esa fórmula, pulida como un diamante por el Hollywood dorado, sigue viva porque toca algo universal.

El cine de ahora lo sabe. Y por eso las grandes plataformas han aprendido a empaquetar ese guion clásico con ropajes nuevos, mezclando lo que huele a romántica vintage con elementos de cine retro romántico y, por qué no, con toques de romance futurista. Lo he visto en películas que se ambientan en ciudades inventadas del siglo XXIII, pero con cafés de esquina que podrían estar en París en 1955. Es la alquimia del “future retro”, esa estética que mezcla la calidez de lo antiguo con el vértigo de lo que está por venir.


Cuando la Navidad se convierte en un personaje más

Las películas navideñas tienen un truco que ningún algoritmo ha conseguido agotar: el invierno, las luces, el olor a canela y ese pacto implícito de que todo va a acabar bien. Pienso en Love Actually o en la reciente Unwrapping Christmas, que en el fondo es un envoltorio nuevo para el mismo regalo: un romance que crece al calor de un árbol iluminado.

La Navidad es un marco narrativo tan poderoso que basta con situar a los protagonistas en un pueblecito nevado para que la química se dispare. El cine lo sabe y lo explota cada año. Y lejos de cansar, reconforta. Es un cliché que nos gusta masticar despacio, como un dulce que guardamos solo para diciembre.


Mascotas que mueven más que la cola

En “Casi una novela” me encontré con Pizza, una perrita que no está ahí para rellenar silencios, sino para detonarlos.

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Ese es el gran acierto: las historias románticas con animales no son solo tiernas, sino que ofrecen un catalizador emocional. La mascota rompe barreras, provoca encuentros y obliga a los personajes a mostrarse vulnerables.

Esto no es nuevo, pero ahora está más presente que nunca. Las novelas contemporáneas entienden que un perro o un gato puede ser tan crucial para el desarrollo de la trama como el propio interés amoroso. Es un recordatorio sutil de que cuidar de otro ser es, en el fondo, aprender a amar.

«A veces un ladrido abre más puertas que un piropo.»


El rugido de los motores en la ficción romántica

Lo confieso: tengo debilidad por los galanes con chaqueta de cuero y sonrisa peligrosa. Paul Stone, el piloto de MotoGP en Casi una novela, no es solo un cliché sobre ruedas: es la materialización del riesgo y la velocidad como metáfora del amor.

El romance deportivo se ha convertido en un terreno fértil para estas historias. Y no me refiero solo al motociclismo: hockey, fútbol americano, automovilismo… todos comparten esa tensión física y emocional que eleva el drama romántico. La figura del piloto, en particular, aporta algo irresistible: el dominio del peligro, la adrenalina, la vida al límite.

«En el amor, como en la pista, frenar demasiado pronto es perder.»


La paradoja digital del amor humano

Hoy, mientras los coches se conducen solos y la realidad aumentada permite “caminar” por el set de Casablanca, lo que buscamos sigue siendo lo mismo: conexión genuina. Hay startups capaces de escribir tu comedia romántica personalizada según tus gustos, pero ni el mejor algoritmo puede replicar la imperfección de una pausa incómoda o de una risa espontánea.

Las tecnologías emergentes, desde la inteligencia artificial hasta los entornos inmersivos, no están matando el género: lo están expandiendo. Podemos ver una historia ambientada en Marte, con un robot como coprotagonista, y que aun así nos recuerde a Vacaciones en Roma. Porque lo importante no es el escenario, sino el latido que hay detrás.


Entre lo eterno y lo nuevo

El romance futurista no sustituye a las comedias románticas clásicas: las reinterpreta. Los cafés en blanco y negro se transforman en bares interestelares, pero los arquetipos sobreviven. El galán arriesgado, la protagonista que se debate entre protegerse o entregarse, el instante de revelación… todo sigue ahí.

Lo mismo ocurre con lo retro. No es solo una moda estética: es un vínculo emocional con una forma de contar historias que resistió guerras, crisis y modas pasajeras. Ahora se combina con narrativas interactivas, realidades virtuales y mundos generados por IA, pero la esencia permanece intacta.


«El amor verdadero nunca pasa de moda, solo cambia de vestuario.»


A veces me pregunto si dentro de cincuenta años, cuando un espectador se ponga unas gafas de inmersión total para “vivir” una comedia romántica, seguirá reconociendo la misma emoción que nosotros sentimos viendo a Cary Grant o Audrey Hepburn. Me atrevo a decir que sí. Porque el amor, con o sin píxeles, con nieve real o generada por ordenador, seguirá siendo la mejor aventura.

Y tal vez, en ese futuro, un piloto de motos, una perrita entrometida o una cena de Nochebuena bajo luces parpadeantes seguirán siendo excusas perfectas para contar la misma historia de siempre: dos personas que se encuentran, se pierden y se vuelven a encontrar.

La pregunta es… ¿estaremos preparados para enamorarnos igual que lo hicieron ellos, sin manual de usuario ni botón de “pausa”?

¿Qué esconde el revival del JAZZ retroglamour en Nueva York?

¿Qué esconde el revival del JAZZ retroglamour en Nueva York? El JAZZ y el Art Deco resurgen como nunca en la Gran Manzana

Estamos en agosto de 2025, en Nueva York, y el jazz —ese viejo conocido que nunca muere— está más vivo que nunca 🎷. Pero no se trata solo de música. Lo que vibra en las calles, en los bares ocultos, en los rooftops con vistas infinitas y en los salones dorados de hoteles legendarios, es una especie de hechizo. Un llamado sensual y elegante al pasado, al brillo de una era que parecía extinguida y que, sin embargo, resucita con una fuerza inesperada.

Lo llaman el renacimiento del jazz retroglamour, y no es solo una moda ni un capricho hipster: es un fenómeno cultural cargado de nostalgia, libertad y sofisticación. En esta ciudad que nunca pide permiso para cambiar de piel, lo vintage ha dejado de ser accesorio para convertirse en protagonista. Y el Art Deco, con su estética poderosa y sus líneas doradas que parecen dibujar el futuro desde el pasado, se ha vuelto a colar por cada rendija de Manhattan.

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Origen: La Jazz Age Lawn Party & Picnic marca el comienzo del verano y las entradas ya están a la venta

Una fiesta clandestina a plena luz del día

Todo empieza, o más bien, culmina cada verano, con la Jazz Age Lawn Party. Un festival que no parece de este siglo y, sin embargo, es más actual que cualquier rave en Williamsburg. Celebrado en Governors Island desde hace dos décadas, este evento parece una película de época donde el decorado es real: flappers, caballeros de sombrero panamá, jazz en vivo y cócteles servidos en cristalería que no tiene prisa. Si uno no lo supiera, podría pensar que el mismísimo Gatsby está por llegar.

Michael Arenella & His Dreamland Orchestra son los culpables de esta fantasía bien orquestada. Lo que comenzó como un picnic improvisado ha devenido en un templo retro donde el pasado es más deseado que el presente, y donde el futuro se infiltra con delicadeza: Social Hour, los cócteles de autor que remiten a la tradición pero son fruto de destilados y técnicas contemporáneas, redondean la experiencia. Aquí no se baila para presumir en redes; se baila para volver a sentir algo que creíamos perdido.

«Bailar Charleston con los pies y el alma mientras Manhattan observa desde lejos».

Art Deco, esa elegancia que nunca se fue

Nueva York nunca dejó de ser Art Deco. Solo que ahora lo recuerda con orgullo. Hay más de sesenta edificios catalogados con este estilo que mezcla geometría, simetría y esplendor. Algunos, como el Chrysler Building o el Empire State, son emblemas turísticos. Pero otros resurgen ahora como escenarios del nuevo jazz vintage, sin necesidad de disfrazarse.

El JW Marriott Essex House despliega su Gran Salón como un salón de baile de película en blanco y negro. Mientras tanto, el Hotel Fouquet’s, en pleno Tribeca, juega a ser París en pleno Manhattan. Sus habitaciones en tonos lavanda, verde oliva y almendra tostada parecen salidas de una paleta de época, y el bar Titsou huele a ginebra francesa y a secretos bien guardados.

En la terraza Le Vaux, uno puede beber mirando al downtown como si el tiempo se hubiese torcido. No es nostalgia: es estética con memoria.

Clandestinidad a la carta

Los speakeasies son ya parte del paisaje emocional de Nueva York. Pero ahora no se esconden por necesidad, sino por placer. Acceder a ellos sigue siendo un pequeño ritual, y esa pequeña dosis de misterio le da al cóctel un sabor distinto.

Está el clásico Please Don’t Tell (PDT), donde el acceso a través de una cabina telefónica dentro de Crif Dogs nunca deja de sorprender. Allí los bartenders hablan poco pero mezclan como dioses. Está también The Back Room, donde la coctelería se sirve en tazas como en la época de la Ley Seca y uno podría cruzarse con fantasmas de Bugsy Siegel o Lucky Luciano.

Pero quizás el más evocador sea The Campbell Apartment: un despacho reconvertido en bar, con techos de madera, vitrales y sillones que parecen haber sobrevivido a varias fiestas secretas. Allí, los tragos tienen nombres que suenan a novelas perdidas y el tiempo, simplemente, se detiene.

«Beber como un mafioso elegante mientras el mundo moderno te espera fuera del vestíbulo».

El jazz nunca se muda, solo cambia de disfraz

Lo que ocurre con el jazz en Nueva York no es solo una resurrección estética: es una reafirmación de identidad. El viejo Blue Note, abierto en 1981, sigue siendo una referencia indiscutible, pero ahora comparte el protagonismo con Bill’s Place, en Harlem, un lugar tan auténtico que parece fuera del radar de Google.

La música aquí no se descarga, se respira. El Blue Note Jazz Festival, que este año reúne a artistas como Grace Jones o Janelle Monáe, mezcla tradición y vanguardia con una naturalidad pasmosa. Es como si Billie Holiday hubiese aprendido a programar un sintetizador.

Y hablando de eso…

El futuro suena como un vinilo digital

El jazz ya no se toca solo con saxofones y contrabajos. Ahora hay sintetizadores, samplers y loops. Hay máquinas que respiran con alma, y músicos que dialogan con algoritmos como si fueran parte de la banda. Los híbridos sonoros abundan: trompetas filtradas por vocoders, baterías analógicas que se funden con beats digitales, y una nueva generación de creadores que sueña con un jazz del siglo XXII.

Hay puristas que fruncen el ceño. Pero incluso ellos reconocen que algo mágico está ocurriendo. La inteligencia artificial no ha venido a destruir el jazz; ha venido a sugerir nuevas armonías. Como en toda buena jam session, el truco está en escuchar al otro y responder con estilo.

De las alturas al asfalto

En esta ciudad de rascacielos, los rooftops se convierten en salones de baile suspendidos. Y si son retroglamour, aún mejor. En Vintage Green Rooftop, uno puede tomarse un martini rodeado de vegetación falsa y vistas de 360° al Empire State. Parece una contradicción, pero funciona. Porque lo que importa no es la autenticidad literal, sino el sentimiento de estar en otro tiempo.

En Ophelia, situado en la Torre Beekman de 1928, los vitrales altísimos y los sillones de terciopelo nos susurran que el pasado nunca se fue del todo, simplemente estaba esperando a que volviéramos a enamorarnos de él.

«Las mejores vistas de Nueva York se encuentran en sus techos… y en sus copas».

Una ciudad que se reinventa mirando atrás

El renacimiento del jazz retroglamour no es un antojo de marketing. Es un síntoma, una respuesta emocional y cultural. En tiempos de ruido, prisas y pantallas, lo que ofrece esta corriente es una pausa con clase, una forma de escapismo elegante y emocionalmente cargado.

Fever y otras plataformas están aprovechando el momento: ofrecen fiestas temáticas, rutas Art Deco, cenas en azoteas con música en vivo. Y lo hacen con gusto, sin disfrazar lo antiguo ni maquillar lo moderno. Porque cuando se hace bien, no hay contradicción entre el ayer y el mañana.

Las rutas de Custom NYC Tours no son solo para turistas: son para quienes quieren entender por qué una gárgola en un edificio de 1930 puede conmover más que un NFT. Y la Art Deco Society of New York, lejos de ser una organización de nostálgicos, es ahora una cantera de experiencias, una brújula para los que buscan belleza sin fecha de caducidad.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)


El jazz retroglamour no es pasado, es presente con memoria

Nueva York mezcla Art Deco y tecnología sin perder el alma

El futuro también viste de lentejuelas y suena en vinilo


¿Será este retorno al jazz y al glamour un simple paréntesis o una nueva forma de mirar el mundo? ¿Estamos bailando hacia atrás para no perder el rumbo? ¿O es que, quizás, el futuro solo puede ser elegante si no olvida cómo empezó el compás?

Sea como sea, en Nueva York, cuando la noche cae y el saxofón se eleva por encima de las azoteas, todo parece tener sentido. Aunque solo dure lo que dura una canción.

¿Quién alquila helicópteros y por qué vuelan tan vintage?

¿Quién alquila helicópteros y por qué vuelan tan vintage? Alquiler de helicópteros con estilo retro es lo más futurista del año

Estamos en el verano de 2025 en Europa, y el alquiler de helicópteros ya no es cosa de ejecutivos encorbatados ni de mafiosos de película de los años 70. Ahora es la escapatoria chic de parejas que huyen del tráfico hacia una boda en el acantilado, o de viajeros caprichosos que desean sobrevolar la Costa Azul como si fueran James Bond con resaca emocional.

El alquiler de helicópteros se ha convertido, por contradictorio que parezca, en una experiencia a la vez futurista y vintage, como si el mañana llevara gafas de aviador del ayer. Y mientras algunos siguen soñando con coches voladores que no despegan ni en render 3D, otros ya están allá arriba, con los auriculares puestos, escuchando las palpitaciones del viento.

Origen: Alquiler De Helicópteros: Una Guía Para Principiantes

Lo retro y lo nuevo se cruzan en la pista de despegue

La primera vez que subí a un helicóptero no fue por necesidad. Fue por capricho. Estaba en el sur de Francia, escapando de un atasco eterno que parecía escrito por Kafka en colaboración con Waze. El helicóptero no solo fue la salida lógica, sino el acceso a una dimensión paralela. No por las vistas, ni por la velocidad, sino por el sentimiento: ese arranque del rotor que te transporta no solo en el espacio, sino en el tiempo.

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«Es como entrar a una escena de Blade Runner dirigida por Billy Wilder.«

La empresa que me facilitó el salto —literal— al cielo fue Aeroaffaires. Su catálogo es un desfile de máquinas que parecen sacadas de un garaje secreto entre Mónaco y el futuro: modelos ligeros, opciones económicas, bichos lujosos con piel cosida a mano, tecnología de punta, pilotos con más calma que un mayordomo inglés. Todo listo para el despegue.

El procedimiento es directo y, lo que más agradezco, sin el tono de estafa de agencia vintage: contacto sencillo, cotización clara, sin letras pequeñas ni “impuestos del cielo”. Te asignan un piloto profesional y te dan un briefing de seguridad que ni un astronauta recibiría con más detalle. ¿Y si el clima no colabora? Se cancela sin drama. Porque volar, por encima de todo, debe ser algo noble, un acto casi caballeresco, no una apuesta meteorológica.

El lujo ya no está en el champán sino en evitar el atasco

Es curioso cómo ha cambiado la percepción. Antes, hablar de alquiler de helicópteros era imaginar mafiosos rusos, estrellas de cine o herederas huidizas. Hoy, es el capricho de cumpleaños de alguien que prefiere altura antes que altura social. Un regalo de aniversario. Un «vamos a casarnos en ese acantilado imposible». O simplemente, una manera elegante de decirle al tráfico: “no, gracias”.

Y aún más curioso es cómo, en plena era del minimalismo zen, los helicópteros están teniendo un momento de oro. Porque mientras otros se obsesionan con el silencio y la meditación, volar sigue siendo esa experiencia bulliciosa, gloriosa y profundamente humana, donde el ruido del motor no interrumpe el alma: la despierta.

Lo futurista también tiene cuero envejecido

Los modelos que ofrece Aeroaffaires son como una pasarela aérea entre décadas. Algunos parecen diseñados por Daft Punk con nostalgia por los años 60. Otros son más funcionales, sin renunciar al detalle clásico: ese asiento con costura marcada, ese mando que recuerda a un videojuego vintage, esa cabina donde el cristal es el verdadero espectáculo.

Pero lo mejor es imaginar lo que viene. Porque si hoy el alquiler ya es una experiencia cinematográfica, el futuro se está preparando para su secuela: propulsión eléctrica, materiales ultraligeros, automatización total, cabinas inteligentes y hasta realidades aumentadas que convierten cualquier vuelo en una fantasía interactiva. Es decir, viajar como si fueras el protagonista de una novela de Philip K. Dick pilotando un pájaro diseñado por Eileen Gray.

«El futuro será eléctrico, pero con cuero y hélice de alma vintage.«

Y sin embargo, con tanta novedad, hay algo que no se pierde: esa emoción de elevarse, de ver el mundo desde arriba, de comprender que todo, desde los tejados hasta las discusiones, se ve más pequeño cuando se flota. No es huida, es perspectiva.

Un pitido Blade Runner, una sonrisa de época

La frase final la robo del propio texto de Aeroaffaires porque no podría decirlo mejor: “un pitido a lo Blade Runner y una sonrisa de época”. Así es como uno aterriza tras uno de estos vuelos. Con el cuerpo aún vibrando por la adrenalina elegante, y la mente dando vueltas al hecho de que, en el fondo, el futuro siempre quiso parecerse a los años dorados.

He conocido viajeros que usan el helicóptero como quien pide un Uber caro. Pero también he conocido soñadores que lo hacen una vez, y ya no bajan. Porque es algo más que un transporte: es un rito. Un guiño al pasado, una carcajada al presente, una provocación al futuro.

A veces creo que quienes alquilan helicópteros no lo hacen solo por llegar más rápido. Lo hacen porque saben que la altura lo cambia todo. Lo hace más ligero, más absurdo, más bello. Porque el cielo no tiene atascos, pero sí muchas preguntas.

¿Quién dijo que lo vintage no puede volar hacia el futuro?

Y así seguimos, viendo despegar helicópteros desde campos improbables, terrazas de hotel, playas escondidas y fincas secretas. Unos lo hacen por amor, otros por negocios, otros por capricho. Todos, sin saberlo, son parte de este nuevo aire.

Porque aunque el cielo sea el mismo de siempre, los que se atreven a elevarse lo ven con otros ojos. Y mientras tanto, abajo, el tráfico sigue pitando.


“Volando, todos los problemas se ven como juguetes rotos.” (Anónimo sobre un Bell 206)

“¿Quieres conocer un país? Sobrevuélalo.” (Adaptación libre de Saint-Exupéry)


El alquiler de helicópteros es la nueva escapatoria futurista con alma vintage

Subirse a un helicóptero es pilotar un sueño con hélice y nostalgia

¿Tú también lo sientes? Esa llamada suave del rotor girando, como una promesa de algo más alto. ¿Y si el verdadero lujo del futuro fuera mirar al mundo desde el cielo, como lo hacían los héroes antiguos con un pie en las nubes y otro en la historia?

¿Volkswagen ID. Buzz es el microbús retro que siempre soñamos?

¿Volkswagen ID. Buzz es el microbús retro que siempre soñamos? El ID. Buzz gana premios y se transforma en una sala de videojuegos

Estamos en julio de 2025 en Estados Unidos, y mientras las calles hierven entre asfalto caliente y promesas de futuro, un microbús retro se abre paso como un cometa color menta entre los coches aburridos de siempre. Sí, estoy hablando del Volkswagen ID. Buzz, ese capricho eléctrico que parece salido de un festival de Woodstock pero que lleva dentro el cerebro de un astronauta.

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El ID. Buzz no es un coche, es un guiño. Un gesto. Un recuerdo en movimiento.

Hace tiempo que los ingenieros alemanes se tomaron en serio la nostalgia. La tomaron, la pulieron con baterías de última generación y la presentaron al mundo con una sonrisa: el ID. Buzz. ¿Qué tiene de especial este vehículo que parece sacado de un anuncio de los setenta pero que hoy brilla como si viniera del 2050? Pues todo. Y eso no lo digo yo, lo dice el premio World Car Design of the Year 2025, que recibió en el Salón del Automóvil de Nueva York.

La carrocería bicolor, el techo panorámico, un interior que se estira como salón de casa hippie en pleno Malibu. Todo grita diseño con alma, forma con intención. Es uno de esos coches que te hace girar la cabeza y preguntarte: “¿Y por qué ya nadie hace cosas así?”

Un capricho con cerebro futurista

Pero esto no se queda en lo estético. Volkswagen no vino a hacer un remake, vino a reescribir la historia con un nuevo idioma. La verdadera sorpresa no está solo en la chapa retro, sino en el alma digital que esconde. Mientras otros hablan de autonomía como si fueran los primeros en descubrir el fuego, Volkswagen y Uber se abrazan para desplegar miles de ID. Buzz AD totalmente autónomos por todo Estados Unidos.

Sí, lo que oyes. A partir de 2026 —y con pruebas que ya empiezan este año— los Buzz empezarán a circular sin conductor, como si fueran fantasmas eléctricos con GPS. Y no hablamos de teorías, sino de alianzas concretas, estrategia alemana con ambición californiana. Lo retro se vuelve ciencia ficción. Y funciona.

“La nostalgia puede ser el motor del futuro si se conecta bien al presente.”

Ahora imagina esto: te subes a un microbús inspirado en 1962, no hay nadie al volante, suena música de fondo y en lugar de mirar el móvil para perder el tiempo… juegas a Breakout: Recharged.

Sí, otra sorpresa más. Volkswagen se alía con AirConsole y Atari para que, mientras cargas el coche o esperas al niño que sale de clase, puedas jugar a títulos clásicos directamente en la pantalla del vehículo. Solo escaneas un código QR con tu móvil, lo usas como mando, y de repente estás pegado a una partida de Asteroids: Recharged como si estuviéramos en una recreativa del pasado.

Un salón de juegos sobre ruedas

Esto no es marketing. Es puro romanticismo con cables. Porque, aceptémoslo, la tecnología a veces cansa. Nos hace sentir solos, fríos, acelerados. Pero cuando te la sirven con una carcasa de nostalgia, como si fuera una taza de café con sabor a infancia, entonces pasa algo. El corazón se ablanda.

El ID. Buzz es un puente emocional, y Volkswagen lo sabe. Por eso no solo te transporta físicamente, sino que te lleva a otro lugar más difícil de alcanzar: el pasado que todos quisiéramos revivir. Un pasado sin tráfico, sin estrés, con juegos de píxeles y ventanas panorámicas. Donde el tiempo no era oro, sino una canción de The Mamas & the Papas sonando en la radio.

“No hay futuro sin pasado. Y este microbús lo demuestra con estilo.”

¿Un coche o una cápsula del tiempo?

En cierto sentido, subirse al ID. Buzz es como entrar en una cápsula del tiempo al revés. Porque no solo recuerda lo que fue, sino que proyecta lo que podría ser. Combina el confort de una furgoneta familiar con las fantasías de la ciencia ficción. Y lo mejor: no quiere parecerse a nadie. No pretende competir con los SUV sobrios ni con los deportivos enojados. El ID. Buzz va por su propio carril, literal y figuradamente.

¿Y qué mejor compañero para la vida moderna que uno que no quiere estresarte? Silencioso, espacioso, autónomo y con videojuegos. Es como si los ingenieros de Volkswagen hubieran decidido diseñar el coche que un niño soñaría… y luego se lo entregaron a su yo adulto.

Humor, diseño y un poco de picardía alemana

La picardía alemana no es algo de lo que se hable mucho. Se asocia más a rigor, eficiencia, precisión. Pero hay que ver el sentido del humor escondido en este proyecto. Porque, seamos honestos, ¿quién se toma en serio a un microbús amarillo y blanco que juega videojuegos?

Y sin embargo, funciona. Porque detrás de esa carcasa de juguete hay una ingeniería seria, una promesa de movilidad libre, una visión del transporte sin tensiones. Algo más humano. Algo que recuerda que moverse puede ser también una forma de estar.

El ID. Buzz no compite, conquista

El premio que se ha llevado no es solo por su estética. Es por su capacidad de emocionar. Por ser uno de esos vehículos que no solo transportan cuerpos, sino que mueven almas. Que nos hacen recordar y, al mismo tiempo, nos obligan a imaginar.

¿Qué pasa cuando lo retro se hace eléctrico? Pues que el presente se pone interesante.

Y aquí es donde el ID. Buzz brilla más: no en los datos técnicos, que los tiene, sino en esa sensación de estar en un objeto que fue soñado antes de existir. Como si alguien hubiera cogido una ilustración de los años 70 y la hubiera soplado hasta convertirla en realidad.

Y ahora va por la calle. Con premios. Con videojuegos. Y dentro de poco… sin conductor.

“No hay mejor GPS que el recuerdo.”

“El pasado no está muerto. Ni siquiera es pasado.” (William Faulkner)

“Lo retro no envejece. Solo se reinventa con mejores ruedas.”


¿Será este el primer paso hacia una nueva forma de viajar más libre, más emocional, más humana?
¿O estamos simplemente jugando con píxeles mientras el futuro nos alcanza en silencio?

¿Y si el coche más revolucionario del mañana… tiene el alma de un juguete antiguo?


Fuentes:
Premio World Car Design of the Year 2025
Alianza con Uber para ID. Buzz AD
Juegos clásicos en el ID. Buzz

The Vintage Caravan y Åkerfeldt provocan un terremoto sonoro en septiembre

¿Puede un filósofo retro cambiar el futuro del prog rock? The Vintage Caravan y Åkerfeldt provocan un terremoto sonoro en septiembre

Estamos en julio de 2025, en algún lugar entre un vinilo girando y una cinta analógica calentándose en los cabezales de un viejo magnetófono Revox. Suena “Philosopher” y algo se abre en el aire, como una puerta secreta en la memoria. The Vintage Caravan, esos islandeses con alma de carretera polvorienta y garage setentero, han hecho lo impensable: convocar la voz de Mikael Åkerfeldt para atravesar el tiempo y grabar una joya melancólica en pleno auge de la psicodelia moderna. Y no, no hay growls, ni solos inhumanos. Lo que hay es verdad, una colaboración tan prometedora que huele a clásico antes de nacer.

“Philosopher” no es solo la primera pista del nuevo álbum Portals (que saldrá el 26 de septiembre de 2025 vía Napalm Records), es también un manifiesto: aquí se juntan dos generaciones de brujos sonoros para demostrar que el retro-prog rock no ha muerto, solo estaba soñando. Lo que ocurre entre los surcos de esta canción —y de todo el disco— no es nostalgia. Es otra cosa. Algo más cercano a un conjuro futurista hecho con materiales antiguos, como cuando un niño encuentra una radio a válvulas y en vez de tirarla, la enciende… y escucha.

Un cruce de caminos entre Opeth y Islandia

La historia de esta unión empieza, como muchas grandes historias del rock, en la carretera. Entre 2022 y 2024, The Vintage Caravan telonea a Opeth en varios países de Europa. Lo típico: backstage, cervezas tibias, pedales intercambiados. Pero también algo que no es tan típico: una conexión real. Aquel extraño equilibrio entre el fuego joven de Óskar Logi y la introspección elegante de Åkerfeldt no tarda en cuajar.

En octubre de 2024, la banda alquila Arda Recorders, un estudio en Porto con pinta de catedral para freaks del sonido crudo. Allí graban todo el disco en cinta analógica, con su productor de confianza Axel “Flexi” Árnason. Y mientras dan forma a una canción que aún no tenía nombre, llega un mensaje de Mikael: una nota de voz con una melodía barítona que suena a súplica y a mantra.

Días después, Åkerfeldt aterriza en Portugal y graba su parte en una sola noche. Lo hace sin guturales, sin artificios, buscando lo que él mismo definirá más tarde como un “crooner prog con aire setentero”. Hay magia en esa sesión. Y nadie lo dice, pero todos lo saben: esto no es un featuring, es una alianza.

«No se trata de mirar atrás, sino de usar el pasado como lanzadera»

Entre portales y fases lunares

El álbum se llama Portals por una razón. Está dividido en capítulos instrumentales —cinco “portales”— que funcionan como pasajes hacia otras texturas, otros tiempos. Justo después de “Philosopher” suena “Portal I”, y entonces entiendes que estás entrando en un lugar con reglas distintas. Los sonidos no se acumulan: flotan. Se abren como si la cinta misma estuviera viva y respirara por los altavoces.

La decisión de grabar directo a cinta no es caprichosa. Lo hacen en cinta Ampex de 2”, luego digitalizan a 96kHz para añadir overdubs. Buscan ese grano rugoso pero preciso, como el de los discos de Deep Purple en su era más cruda. Para darle más cuerpo, pasan las baterías por saturadores Neve, y cuando llegan los interludios, suman grabaciones de campo del puerto de Porto —gaviotas, motores, voces lejanas— que transforman en texturas granulares al estilo Boards of Canada. No hay aquí un afán por lo perfecto: hay una obsesión por lo auténtico.

La mezcla final es un híbrido entre lo analógico y lo digital. Los Moogs arpegiados suenan como si fueran grabados en la nave de Klaus Schulze, mientras las guitarras fuzz se arrastran como babosas cósmicas salidas de un LP de Hawkwind. Todo se mueve, todo vibra. Esto no es producción, es alquimia.

El efecto Åkerfeldt: un nuevo barítono para el prog

Pero volvamos a Mikael, porque su voz no es solo una firma: es una declaración. Aquí no canta como en Ghost Reveries ni como en Watershed. Aquí suena suave, contenido, casi soul. Sus versos flotan, y cuando entra el estribillo, lo toma Óskar Logi con un rugido psicodélico que remite al Sabbath más denso. La fórmula funciona: versos cálidos, estribillos afilados. Un juego de espejos vocal que recuerda a duetos jazz, pero con pedales fuzz y batería a tumba abierta.

En cuanto a la estructura armónica, Åkerfeldt propone progresiones modales que sacan a Caravan de su zona de confort. Ya no estamos solo en terreno stoner o retro blues. Ahora hay fugas canterburyanas, curvas a lo Gentle Giant, guiños a Heritage y líneas de bajo que parecen compuestas por un Zappa islandés en ácido.

Y la letra… ah, la letra. «We are portals to ourselves» dice Mikael, y uno no puede evitar pensar en el bucle que une estos mundos: el pasado, el presente y ese futuro vintage que Caravan está ayudando a construir. Hay filosofía, claro. Pero también una ternura que sorprende en un tipo que ha cantado sobre la muerte más veces que Baudelaire.

«El futuro será retro o no será»

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Origen: Metallized.it

Ecos de otras galaxias stoner y colaboraciones cruzadas

La de Caravan y Åkerfeldt no es la única unión psicodélica de esta década. En 2021, Elder y Kadavar parieron Eldovar, una gema confinada con sabor berlinés. En 2024, Elephant Tree y Lowrider firmaron The Long Forever, mientras que Brant Bjork y Nick Oliveri (como Stöner) siguen sacando discos que huelen a desierto y a gasolina.

Hay un patrón aquí: músicos de generaciones distintas, de escenas paralelas, que se juntan no solo para grabar, sino para construir mitologías sonoras. Es la era de la colaboración futurista entre generaciones del prog, y Portals se suma al mapa con ambición, sin miedo a ser demasiado clásico ni demasiado marciano.

Ediciones para amantes de lo tangible

Claro, también está el objeto. Porque este disco no se entiende sin su fetichismo físico. Habrá edición digipak con libreto de 20 páginas, dos versiones en vinilo (el «Blood Moon splatter» y el «Portal Verde», este último solo para coleccionistas), una cassette cromada negra con tampografía plateada, y versión hi-res digital 24-bit para puristas del FLAC.

La joya de la corona: las ediciones limitadas incluyen slipmat exclusivo, record-butler y patch bordado. Un delirio para melómanos y coleccionistas que saben que no todo cabe en un playlist.

Como se indica en la web oficial de Napalm Records, hay formatos para cada perfil de oyente.

¿Y si el futuro fuera un bucle de cinta?

La gira europea ya está en marcha, y los rumores apuntan a una aparición conjunta en directo entre Caravan y Åkerfeldt para finales de otoño. Lo imagino ahora: luces cálidas, olor a incienso barato, una cinta girando en un TEAC de los setenta mientras la voz de Mikael desgarra el alma del público sin levantar el tono.

En mi tocadiscos, la aguja ya está bajando otra vez. Vuelve “Philosopher” y siento algo que no sentía desde hace años: asombro. No por lo nuevo, sino por la capacidad del rock de hablar con su propio pasado sin parecer un viejo borracho en una barra de bar.

¿Y si el rock progresivo no estuviera destinado a morir en museos ni a ser domesticado por algoritmos? ¿Y si justo ahora, en este preciso momento, estuviéramos cruzando uno de esos portales del título?

Porque a veces, los futuros más prometedores se esconden en las cintas más antiguas.

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