Todos los proyectos que Ricardo Bofill tiene entre manos se diferencian de los preestablecidos.
En el icónico y retro edificio Walden 7 la fachada exterior pintada en rojo contrasta con las terrazas, donde encontramos tonalidades intensas, como el azul y el amarillo, que ofrecen acceso a viviendas de muy diferentes tamaños y formas y a las azoteas, donde hay dos piscinas.
Salvo excepciones, cada apartamento tiene vista al patio y al exterior.
A solo 80 metros de distancia encontramos la antigua planta de cemento, donde Bofill creó su propia casa y estudio. El complejo sistema de puentes y balcones a diferentes niveles facilita el acceso a los pisos y ofrece una fantástica diversidad de paisajes, donde la combinación de líneas rectas y curvas es constante en todo el edificio.